Resumen Latinoamericano / Víctor Quilaqueo, CEPPAS-GT / 10 de agosto de 2017

La desaparición de Santiago Maldonado en Argentina es un hecho gravísimo para todos los movimientos sociales en América Latina.

Al momento de escribir estas líneas sigue sin conocerse el paradero de Santiago Maldonado, activista de 28 años que fue detenido por fuerzas de seguridad del estado en Argentina, y del cual no se han tenido noticias.

Fue detenido y golpeado por un grupo policial en el marco de un allanamiento a la comunidad mapuche Lof en Resistencia Cushamen, en la patagonia argentina, el martes 1 de agosto. Desde ese día no se sabe más de él.

Su familia, amigas, amigos, organizaciones de derechos humanos y agrupaciones políticas han hecho un llamado incesante para que el gobierno argentino responda por su paradero. Las respuestas aparte de escasas, buscan ocultar, ensuciar y criminalizar a las víctimas.

El contexto de su detención y desaparición sería muy extenso de resumir en estas letras, pero es una muestra precisa de la connivencia entre poderes estatales, fuerzas represivas en actividad permanente e intereses de privados en relación con la posesión de tierras. En efecto, Santiago fue apresado en un operativo policial en contra de una comunidad mapuche que lleva adelante un proceso de recuperación territorial que va en contra de los intereses del grupo transnacional Benetton. Esa mañana la soberanía estatal argentina se vistió con los colores corporativos de una empresa de ropa y moda.*

UNA HISTORIA QUE NO TERMINA

Tenemos que ser muy explícitos en este punto, lo que está sucediendo en Argentina no es un hecho aislado ni remoto. Nos afecta a todas y todos. Este caso de desaparición forzada se da en un país con una conocida trayectoria en justicia transicional y con importantes avances en políticas de memoria y derechos humanos. La desaparición de un activista no debemos leerla únicamente como un retroceso político, pues esa óptica formalista y lineal no permite analizar la profundidad de campo de esta situación dramática. La desaparición de Santiago Maldonado o el homicidio de Berta Cáceres, así como también las amenazas, torturas y asesinatos de cientos de otras y otros compañeros y compañeras, es una demostración de fuerza e impunidad por parte de grupos armados estatales y paraestatales que debe ser repudiada y resistida a toda costa.

Ni ahora ni antes ha sido un fenómeno aislado, a lo largo y ancho de todo nuestro continente la memoria social de las desapariciones en dictaduras, dejó un repertorio imborrable de acciones públicas demandando noticias, saber la verdad y que se haga justicia. No es sólo que Santiago Maldonado aparezca con vida, tal y como lo ha exigido su hermano en todas las acciones públicas que han realizado, sino que además es la demanda de una sociedad civil en democracia que ve con consternación cómo los métodos de desinformación y represión están hoy más vigentes que nunca.

Frente a esto no podemos dejarnos engañar. La desaparición forzada es un tipo de delito del derecho internacional, cuyo autor es el Estado o agentes que actúan en su nombre y que además se niegan a reconocerlo. Que no nos tomen por bobos o bobas al inculpar a la víctima como supuesto terrorista; al demarcarlo como un paria; al reducirlo como una cifra. Que no rompan nuestra solidaridad horizontal y nuestro sentido común de la justicia con justificaciones absurdas o con explicaciones a medias. Que no confundan nuestra memoria, llenándola de miedo y desconfianza.

La ONU, en un informe de su Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias señala que entre 1980 y 2016 recibieron denuncias por poco más de 55 mil casos en 107 países y que en la actualidad son más de 40 mil los casos que están aún sin resolverse. Según los datos aportados por la misma organización, es evidente que para los países de América Latina la mayor tragedia en cuanto a desapariciones la constituyeron las dictaduras cívico-militares, no obstante sus métodos, organismos de inteligencia e inclusive funcionarios no han dejado de lado aquellos años de entrenamiento y puesta en práctica de esta forma específica de terror.

Hoy más que nunca la desaparición forzada y otros métodos sistemáticos con que son amenazadas las vidas de las y los defensores de derechos humanos, deben ser denunciados en una cadena global de solidaridad y justicia. Tal como dice el Grupo de Trabajo de la ONU:

La desaparición forzada se ha usado a menudo como estrategia para infundir el terror en los ciudadanos. La sensación de inseguridad que esa práctica genera no se limita a los parientes próximos del desaparecido, sino que afecta a su comunidad y al conjunto de la sociedad.

Demandamos por tanto desde Guatemala ¡Aparición con vida de Santiago Maldonado!

Invitamos a todas y todos a:

  • Informarse por medios alternativos. Hoy más que nunca es importante romper los cercos mediáticos y las anteojeras de los medios monopólicos de desinformación y fortalecer la comunicación social.
  • Demandar a las autoridades todas la medidas necesarias para la aparición con vida de las víctimas.
  • Participar, organizarse. Formar parte de movimientos sociales y ciudadanos para realizar acciones para visibilizar los casos y solidarizar con las víctimas. Participar en todas las manifestaciones públicas y callejeras.
  • Producir contenido. Reflexionar en voz alta, convocar la participación de todas y todos. A la pedagogía de la violencia hay que oponer una didáctica de la paz, una pedagogía social crítica, pública, activa, no sexista ni racista.
  • Ten en cuenta la seguridad y privacidad. Siempre que participes de una actividad, ten en cuenta algunos aspectos de resguardo y seguridad para ti y quienes te acompañen. Para una idea general sobre este punto puedes consultar manuales como el que te compartimos en este enlace.