13042017lasgrietas2.1-5

Café organizado contra el muro
Subcomandante Insurgente Moisés.

Seminario “Los muros del capital, las grietas de la izquierda”
Cideci / Universidad de la Tierra Chiapas
13 de abril de 2017

(Descarga aquí)  

Buenas tardes o buenos días a los que nos escuchan en el mundo.

Lo que les voy a platicar compañeros, compañeras, hermanos y hermanas aquí presentes y los que nos ven en otro lado… Lo que yo les platico no es lo que yo creo, sino de lo que creen las compañeras y los compañeros bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Las compañeras y los compañeros que aquí están al lado nuestro hemos entendido de que somos el apoyo de las miles de compañeras bases de apoyo; somos apoyo de ellos, de los miles de compañeros bases de apoyo. Así lo hemos definido últimamente porque les pasamos lo que vemos, lo que escuchamos, lo que llegamos a saber. Y ¿qué es eso de lo que llegamos a saber o que llegamos a escuchar? Es el muro del Trump.

Cuando empezamos a escucharlo eso, cuando empezamos a saber cómo está eso, nos reunimos con las compañeras del Comité Clandestino Revolucionario Indígena y con los compañeros del Comité Clandestino Revolucionario Indígena y empezamos a platicar de lo que les pasa a los hermanos y hermanas migrantes que están en Estados Unidos.

Como siempre, las compañeras comandantas, los compañeros comandantes, somos parte de ellos. Eso es lo que dijeron. Y entonces, son iguales que nosotros, que nosotras, dicen. Pero está muy cabrón lo que les va a pasar, porque esos hermanos y hermanas migrantes no fueron porque quisieron, fueron porque entonces ya les está apretando la vida de su pueblo o en la finca de donde estaba (para ya no decir país).

Entonces, no tienen nada. Y si tenía algo, lo tuvo que vender o lo tuvo que empeñar, para tener el dinero y irse pues en Estados Unidos, porque ahí se piensa que ahí hay trabajo.

Entonces, ya que están allá y ahora los están corriendo. ¿A dónde va a ir en esa finca si ya no tiene nada? Y entonces es ahí donde dijimos pues, hablando, discutiendo, pensando, estudiando, analizando que está igualito a como era antes, hace cientos de años, como lo que les pasó a nuestros tatarabuelos. Porque las mejores tierras las tuvieron los terratenientes. Nos quitaron, nos desalojaron de ahí. Nos mandaron en los cerros. Hoy, nos están queriendo quitar otra vez el cerro. Antes no les servía, hoy, sí el cerro les sirve: hay algo ahí. Y ahora ¿a dónde nos vamos? Los que todavía estamos ahí en la tierra donde estamos viviendo. Pero ellos ya no están en su tierra. Ya los dejó, ya los vendió o los malvendió. Entonces, no tienen para dónde.

Y entonces alguien compañero Comité dice: “sí es cierto” y daba el ejemplo de la fábrica del Ford. Que el loco del Trump tiene que regresarlo a ese empresario para que esté la fábrica en Estados Unidos. Otra vez, aquí en México, los que están trabajando acá no van a tener trabajo. Allá va a ir pues la fábrica y allá va a haber trabajo. Va a haber trabajo para los de allí, pero para los migrantes no va a haber trabajo.

Entonces, ya de ahí, ¿qué vamos a hacer? fue nuestra pregunta. Y dijimos: “tenemos que apoyar”. Necesitamos decirles que entonces luchen ahí porque ya no tienen para dónde irse.

Entonces, empezamos a recordar el año 1994, 1995… que en ese tiempo decíamos que la sociedad civil que nos ayudaron, tanto de México y del mundo. Entonces empezamos a decir: creemos, creo que entonces nos toca ahora. De que hay que apoyar, así como ese pueblo solidario que nos apoyó porque vieron que estamos en lucha. Creo que también nosotros nos toca ahora de apoyar a ese pueblo que hay que decirles que luchen con resistencia y con rebeldía. Porque ya no les queda de otra.

Y entonces, empezamos a bolsear nuestras bolsas: no hay euro, no hay dólar, no hay nada. Pero entonces descubrimos pues que ahí está ahí el resultado del trabajo colectivo de pueblos, de regiones, de municipios autónomos rebeldes zapatistas y la zona, donde trabaja la Junta de Buen Gobierno.

Dijimos: sí, hay guineo (o sea, plátano), hay yuca, hay camote… pero eso se va a podrir, ¿cómo le vamos a hacer? Entonces, nace la idea, ahora sí como dice el compa: no lo traje, se me olvidó, pero aquí está el compañero doctor Raymundo. Ahí lo tiene en su mano pues. Los 3 mil y tantos de kilos de café, ya están aquí. Listo para que se prepare, para tomar.

Entonces dijimos ahí eso de que podemos apoyar ahí en eso. Y como su primer arranque de los hermanos y las hermanas allá es que se organicen para ver cómo van a vender y de ahí sacar pues el dólar, para convertir en lucha, en resistencia y rebeldía donde están pues. Y entonces dijimos: pero entonces se necesita café que más o menos esté bien. Porque nació la idea de que no pues lo vamos a juntar tan pronto. Es cosa entonces de que le platicamos a las bases de apoyo de cómo está, y por qué y para qué. Como lo pensaron en aquellos años cuando nos ayudaron cuando estábamos en la necesidad.

Pero entonces, ahí es donde empezó a salir de que “es que va a salir distinto, la molida del café, otro medio cafecito porque es bien doradito, otro va a ser muy negro porque está muy quemado…” Son distintos pues y entonces dijimos que mejor lo vemos en colectivo. Entonces regresaron los compañeros y las compañeras comandantes, comandantas. Lo explicaron en cada zona y los compañeros dijeron: ¡Sí!

Hay compañeros, compañeras en los pueblos que trabajan el café y hay otros que no. Entonces los compañeros dijeron: cada pueblo como estamos organizados en colectivo, el compañero o la compañera que vende su café en vez de que lo va a vender en otro lado, comprémoselo al compañero y que salga la paga ahí en el trabajo colectivo en el pueblo. Otros pensaron de que entonces en la región —región le decimos cuando se compone en 20, 30 o 40 pueblos, a eso le decimos región—. Los otros dijeron entonces: vamos a comprarnos nosotros nuestro café que tenemos. La paga sale en el trabajo colectivo de la región. Otros, otras zonas así lo pensaron. Otras zonas dijeron: que se encarguen los compañeros y las compañeras autoridades de los municipios autónomos rebeldes zapatistas. Que salga ahí en el trabajo colectivo y que compren el café de los compañeros y también de los hermanos y hermanas, si es que no alcanzamos, según lo que nos toca a cada quien de cada zona. Y otros dijeron: ahí está ya el trabajo colectivo de la zona, o sea, la Junta de Buen Gobierno. Pues nada más la asamblea de autoridades, mujeres y hombres, sacan el acuerdo y ya la Junta de Buen Gobierno se encarga de comprar el café de los compañeros y de las compañeras. Es así como logramos juntar en días.

Ya de ahí, entonces, como les digo pensamos de que debe salir más o menos de calidad pues el café. Entonces, colectivos de compañeros de la zona que tienen la máquina para tostar, la máquina para moler el café, ahí lo mandamos los 5 mil kilos de café que lo juntamos todavía en pergamino. Entonces, son 3,791.5 los kilos de café de lo que salió de los 5 mil kilos en pergamino. Ya molido pues.

Entonces, nosotros estábamos confiados pues de que ahora sí la máquina es la que se encarga de tostarlo y de molerlo. Entonces, ya se organizaron las zonas: cuántos trabajadores van ahí donde está la máquina. Compañeras que también que son las que saben el tipo de molido del café. Nosotros estábamos muy contentos porque ahora sí que la máquina se encarga y, en el primer día, se chingó la máquina. Y entonces, los compañeros que estaban ahí en eso decían: “alguien hizo un complot”. Dicen: “¿cómo? No, no fue un complot”. Tenemos que verlo cómo vamos a hacer esto.

Entonces, ahí estaba Sergio, un compañero insurgente. Entonces le llaman. ¿Será que nos pueden echar la mano? Para ver qué. Entonces el compañero insurgente va y lo checa. Y resulta que es un balero que se trabó. Pero no es la culpa del capitalismo pues. Así empezamos a decir: no es culpa del capitalismo. No es la mafia del poder, dijimos. Esto es el problema de nosotros por no darle mantenimiento de la máquina pues. Y luego, un compañero que estaba ahí dice: no hace falta grasa ahí hay cebo (la grasa del ganado pues). Con eso, sin sal, se usa como grasa. No se necesita comprar grasa. Lo único que faltaba pues es la limpieza pues. Darle mantenimiento pues.

Total, necesitamos así que se saliera pues el trabajo.

Empezó pues la coordinación, porque los compañeros estaban ya ahí los que se encargan de tostar; está ahí la compañera pendiente porque es por días de trabajo pues. Y estaban ahí los compañeros choferes esperando para sacar pues el producto. Están ahí los compañeros para embolsar y sellar. Pero todo estaba parado porque la máquina hizo un complot. Y entonces, empezó ahora sí la organización. Un grupo de compañeros y compañeras que ayudan de la ciudad, tuvimos que avisarles que si nos pueden conseguir el balero, para que entonces lo vaya a traer y lo acerque pues donde estamos, mientras nosotros lo mandamos al compañero a recogerla.

Entonces, el colectivismo cuando se organiza y se coordina es como si fuera la rueda pues: gira parejo. Porque entonces así lo resolvimos inmediatamente ahí eso, porque está todo parado. Lo sacó pues el balero el compañero insurgente, lo volvió a meter… y a chambear. Entonces, pues ahí lo tenemos el café ahora.

La idea de esto es de que entonces es para los compañeros, compañeras, hermanos y hermanas migrantes en Estados Unidos. Es apoyar la lucha que están haciendo. Donde les decimos: es necesario que se tienen que organizarse en donde están y de resistir y de rebelarse. ¿En qué forma? Eso es lo que tienen que pensar.

Y el apoyo que estamos dando es incondicional, como lo apoyamos así a los hermanos y hermanas maestros aquí en Chiapas. Es apoyar no para que se venga a ser base de apoyo ni porque le vamos a decir: “esto es lo que tienen que hacer”. Ellos, ellas, son los que tienen que ver. Porque entonces aprendimos de lo que nos enseñaron en el año 94 y 95. Porque lo vimos y lo descubrimos lo que es el arma de lucha que es la resistencia y la rebeldía.

Eso es lo que vemos con los compañeros y con las compañeras comandantes, comandantas. Nos damos la pregunta pues de que si no hubiéramos hecho caso a la idea de las compañeras y de los compañeros bases de apoyo en el 94, porque ellas, ellos lo dijeron de que tenemos que pelear también como bases de apoyo, pero no con las armas como las que tienen las milicianas, los milicianos, los compañeros y compañeras insurgentes, insurgentas. Sino, nosotros estamos en contra del gobierno —así lo dijeron— y por lo tanto no vamos a vendernos, no vamos a rendirnos ni nos vamos a desviar. Tenemos que rechazar esa limosna, ese sobrante, esa migaja. Entonces, como lo entendimos eso empezamos ahora sí a pensarlo cómo. Y gracias a eso, por eso estamos hablando hoy aquí, porque 23 años fue esa lucha con esa arma que se llama resistencia y rebeldía.

Entonces, la comparación que hacemos con los compañeros y compañeras comandantes, comandantas: si hubiéramos hecho 23 años balazos, bombazos, emboscadas, no habría municipios autónomos rebeldes zapatistas, no habría Juntas de Buen Gobierno, no habría educación, o sea, escuelas zapatistas, no habría clínicas ni hospitales zapatistas, ni hubieran pasado tantos encuentros que hemos hecho, porque no iba a dar tiempo. Y sabemos lo que sí va a haber: 23 años de balazos.

Pero esa arma que se descubrió eso es lo que nos ha hecho lo que somos ahora pues. Y entonces, con esa arma de lucha, resistencia y rebeldía por supuesto de que se tiene que organizarse. Entonces, eso es lo que ha hecho de que entonces han construido un pequeño mundo con un nuevo sistema de su gobierno.

Cada quien tiene que ver, pero hemos visto de que el arma de lucha con resistencia y rebeldía sí se puede. Tampoco es que estamos negando la herramienta que tenemos. Nosotros le decimos herramienta a nuestras chimbitas. Es una herramienta más para nosotros, es como tener machetes, es como tener moto sierras, es como tener hacha, es como tener otros tipos de herramientas y ahí va también pues esa chimbita —o sea, el arma pues, ¿no?— Y entonces, cuando se necesita la tienes que usarla, pero hay que saber usarla.

Porque como ya escuchamos aquí el enemigo capitalista no nos va a dejar. No nos van a permitir de que ahora sea el pueblo, mujeres y hombres, que van a tener que mandar. Jamás nos van a permitir. No lo van a negociar ni lo van a dialogar su forma de cómo explotar. No van a decir: “ah bueno, te voy a medio explotar ahora”. No va a haber eso. No va a decir: “ah, entonces renuncio de explotar”. Tampoco. No va a ver nada más que el pueblo, mujeres y hombres que tienen que organizarse.

Entonces, el trabajo colectivo se entiende muy lindo, muy bonito. Una cosa es lo que se sabe decir en la teoría, o sea, en la explicación; es otra cosa cuando vas a hacer en los hechos. Pero en la teoría nos ayuda de entenderlo su gran importancia, lo necesario y el por qué y el  para qué. Y a la hora de que estás enfrentando que no te sale tal cual que en la teoría, no te debe desanimar ahí eso, porque teóricamente sabes por qué, para qué y de qué y su gran importancia.

Y cada quien tiene que hacerlo. Ejemplo, del trabajo colectivo. Yo no sé cómo deberían hacer un trabajo colectivo los maestros y maestras. No sé cómo va a hacer un trabajo colectivo las obreras o los obreros. Cada quien en donde está la tendrán que inventarla, la tendrán que crearla, la tendrán que imaginarla y estudiarla y decidirla y ponerla en la práctica.

Pero el colectivismo sí tiene la fuerza. Y el colectivismo hemos entendido que no es… se dice trabajo colectivo lo que es meramente trabajar la tierra, sino también debe de haber colectivismo en cómo quieres una buena salud, cómo quieres una buena educación y todo lo demás de las trece demandas que las hemos planteado. ¿Cómo queremos eso? En colectivo tiene que salir cómo queremos la ley que debe de haber en donde vivimos. No de que alguien sabe hacer la ley y que ellos la cagan y el pueblo es el que la paga.

Entonces, eso es lo que decimos de que el colectivismo no se trata nada más de cómo trabajar la tierra. Gira en todo. Entonces, ese trabajo colectivo, en este caso mero en producto pues —ahí lo tenemos ahí, aquí lo tiene ya el compañero doctor Raymundo— ojalá de que salga en colectivo de cómo vamos a llevar para entregarles a los hermanos, hermanas, compañeros, compañeras migrantes allá en los Estados Unidos.

Pensamos de que entonces nosotros, nosotras, los que estamos entendiendo pues su gran importancia de lucha, que tenemos que hacerla contra el capitalismo, deberíamos de ingeniar otras cosas de cómo apoyarlos a los hermanos y las hermanas, a los compañeros y las compañeras allá en los Estados Unidos. Porque necesitan apoyo, pero ese apoyo decimos de que entonces que no sea con condición. Porque entonces, si lo condicionamos se va en otro lado. Necesitamos pues ayudarnos, para que de ahí demostremos de que no necesitamos a los otros que quieren dar apoyo, pero condicionado.

Entonces, ya está aquí ya el café. Y entonces, a ver quién va a decir así de que “me lo llevo y les entrego”. No es para que la vamos a vender, sino que queremos pasarlo en los Estados Unidos. Y de allá los hermanos, las hermanas, que se organicen para vender pues ahí. Porque es que se necesita la organización. Hoy más que nunca vemos que se necesita organizarnos contra el capitalismo. Luchar y trabajar.

Una vez de que entonces hemos caminado dentro de lo que creímos en la organización, nos vamos a dar cuenta de que tenemos que reorganizarnos nuevamente. Hasta incluso tenemos que reeducarnos, porque es lo que estamos viendo eso pues. Nos estamos reeducándonos. Estamos reorganizando lo que creíamos que ya estaba organizado.

Entonces por eso es tan importante de organizarse. Es una palabra organizarse. ¿Qué lleva? A lo mejor lleva ajo, a lo mejor lleva aceite, a lo mejor lleva los condimentos pues. Y eso es lo que tienen que ver. Ya hay eso. ¿Qué tipo de organización?, ¿de qué se trata esa organización?, ¿para qué esa organización? Eso es de cada quien, si hay eso.

Por supuesto de que no pase eso de que nos desviamos o que nos vendemos o que nos rendimos. Porque entonces eso es lo que nos pide en contra del capitalismo, eso. Porque entonces dejas de luchar. No puedes decir de que entonces ya no quieres luchar. Y no puedes decir: “Ya no quiero la miseria”. No se puede: dejas de luchar y la miseria se va a hacer peor.

Entonces, son cosas que tenemos que pensarlo pues. Y que cada quien tiene que construir lo que quiere construir. Con ésa su lucha, con ésa su organización.

Entonces, les hacemos pues entrega acá de ese café para que entonces ustedes digan quién está puesto —entendiendo eso que estamos diciendo de que es para esos hermanos y hermanas— y que se organicen para venderlo. Y que estamos pensando que vamos a tener que apoyarles más, pero sólo que tienen que estar resistiendo ahí, porque si no, no le vamos a entregar a Trump el café pues. Necesitamos ahí al pueblo migrante ahí en Estados Unidos que están organizándose para que la siguiente cosecha les entregamos café nuevamente.

Y ojalá de que entonces nos acompañen pues así de apoyar a esos hermanos y hermanas, con lo que vayan a poder. Ya lo tendrán que ver ahí eso pues ustedes.

Gracias.