por Thierry Meyssan

La Casa Blanca se alinea finalmente junto a la coalición de los neoconservadores alrededor del Reino Unido y de varias grandes transnacionales. Estados Unidos retoma la política imperialista que había adoptado en 1991 y reactiva la OTAN. La ruptura con Rusia y China se consumó el 12 de abril de 2017. El mundo se halla nuevamente al borde de la guerra nuclear.

Red Voltaire | Damasco (Siria) | 13 de abril de 2017
+
En dos semanas de intensa lucha en el seno de la administración Trump, Estados Unidos atacó ilegalmente la base aérea de Shayrat, en Siria, y multiplicó posteriormente las señales contradictorias antes de mostrar sus cartas. En definitiva, Washington vuelve a su política imperialista.

En menos de 2 semanas, la administración Trump defendió 7 posiciones diferentes sobre la República Árabe Siria [1].

Estados Unidos realizó otro importante cambio de posición el 12 de abril de 2017.

Al mismo tiempo, el secretario de Estado Rex Tillerson viajaba a Moscú para intentar un último acercamiento pacífico mientras que el Consejo de Seguridad de la ONU se reunía en Nueva York y tomaba nota del enfrentamiento y el presidente Trump volvía a lanzar la OTAN contra Rusia.

El consejero especial del presidente Trump, Steve Bannon, y su adjunto, Sebastian Gorka se preparaban para correr la misma suerte que el general Michael Flynn mientras que la prensa que anteriormente defendió a Trump hacía un balance de las actividades de los tres. Según los rumores, Jared Kushner, el yerno del presidente, es el único que goza ahora de verdadera influencia sobre Donald Trump, información que por el momento no es verificable.

Parece que la Casa Blanca ha modificado su posición bajo la influencia de los británicos, empeñados en preservar a toda costa el sistema yihadista que ellos mismos crearon [2]. El ministro británico de Exteriores Boris Johnson se apoyó en los dirigentes europeos que se habían dejado convencer por los neoconservadores durante la Conferencia de Munich, el 19 de febrero [3].

Para justificar la agresión contra un Estado soberano miembro de la ONU, Rex Tillerson pudo referirse solamente a una síntesis de los servicios de «inteligencia» estadounidenses sobre el incidente químico de Khan Shaykhun. Pero esa síntesis no presenta ningún indicio que permita sospechar de Siria sino que se limita a mencionar la existencia de información clasificada para terminar con una exhortación a derrocar el «régimen» [4].

El carácter irreversible de ese brusco cambio de actitud se hace patente en el proyecto de resolución que presentó la OTAN al Consejo de Seguridad de la ONU, que se ganó un nuevo veto ruso [5]. Presentado en Occidente como un simple pedido de investigación neutral sobre el incidente químico de Khan Shaykhun, ese proyecto de resolución en realidad estipulaba que la fuerza aérea de Siria tendría que ponerse bajo control del número 2 de la jerarquía onusiana, el estadounidense Jeffrey Feltman. Este ex adjunto de Hillary Clinton es el autor de un plan de capitulación total e incondicional de Siria [6].

El texto del proyecto de resolución presentado el 12 de abril retoma el contenido del borrador presentado el 6 de abril, sin que Estados Unidos llegasen a someterlo a votación en aquel momento. Ese texto no tiene en cuenta el intento de mediación de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, que trataron de volver a un pedido normal de investigación por parte de la ONU [7].

El intento tendiente a poner la fuerza aérea de la República Árabe Siria bajo control de la ONU reedita la táctica aplicada contra Serbia hace 19 años, en 1998, hasta el momento de la intervención ilegal de la OTAN.

El presidente Donald Trump culminó su cambio de postura al recibir en la Casa Blanca al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. En una conferencia de prensa conjunta, Trump dijo que ya no cree que la alianza atlántica sea obsoleta, agradeció su respaldo contra Siria y dijo que se dispone a trabajar en estrecha coordinación con sus aliados [8].

En respuesta, Rusia anunció que acaba de actualizar el 60% de su fuerza nuclear y que está lista para la guerra [9].

Nos hallamos así de vuelta en el mismo punto de hace 6 meses, cuando los Estados Unidos de Barack Obama se negaban a trabajar con China, Rusia y sus aliados –la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Washington se disponía entonces a dividir el mundo en dos partes completamente separadas, que ya no tendrían contacto alguno entre sí [10].