El sábado 9 de mayo de madrugada, con odio y sed de venganza entraba la policía estatal de Baja California Sur, al norte de México, a inyectar altas dosis de paz social. El objetivo a batir como si fuesen piezas de caza, las y los jornaleros – mayoritariamente indígenas – que van tomando fuerza mediante la organización que han decidido emprender ante tanto abuso y explotación por parte de insaciables empresarios. Hay que saber que hoy en día, San Quintín es económicamente el primer productor a nivel nacional en agricultura, pero y ahí anda el problema, a costa de salarios y condiciones de hambre más propios de tiempos de esclavitud.

Según cuentan las primeras informaciones que van llegando por los medios, se reporta una represión con 70 personas heridas, entre ellas varias de gravedad. El operativo formado por 20 patrullas y un tanque antimotines buscaba arrasar en San Quintín disparando con armas de fuego y balas de goma. Además el plan incluyó entrar a casas sin orden de cateo (registro) tras los jornaleros y golpear incluso a quienes en éstas dormían, incluyendo abusos a varios niños y mujeres. Hay detenidos.

El ataque ha sido justo a las horas siguientes de que los representantes de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) no cumpliesen su palabra de presentarse a la reunión acordada para tratar las reivindicaciones de nuestros compañeros y compañeras, la mejora de las duras condiciones laborales y el aumento salarial.

Hace 9 años, también en mayo, otro ataque policial ordenado igualmente desde la codicia y la psicopatía institucional se abalanzó contra el México de abajo. Fue Atenco. Ambos episodios tienen similitudes. Más allá de que en ambos encontramos al sádico títere de Enrique Peña Nieto, en aquél entonces también hubo saña contra la población. Recordaremos siempre que murieron dos jóvenes, Alexis Benhumea y Javier Cortés. Se ejerció la tortura sexual, se deportó a cinco compañeras/o solidarios. Se encarceló. Y también los policías, actuando como auténticas bestias, golpeaban todo lo que se movía, hasta a los perros.

Han pasado efectivamente 9 años, pero la Hidra Capitalista agudiza su cólera contra todo aquél individuo, colectivo y organización de los que generamos alternativas de vida al margen del sistema en el día a día y resistimos a su proyecto de muerte. Vamos avanzando sembrando un vendaval de semillas que explotarán en bellas y robustas ceibas con el paso del tiempo.

Ya sea en San Quitín, Chiapas, Ayotzinapa, Cherán, Ostula, Xochicuautla, Oaxaca o en tierras y aguas de la Tribu Yaqui, la lucha, lo sabemos, es el único camino. Cuando nos golpean: nuestra mejor arma es la solidaridad, y nuestra mejor herramienta el apoyo mutuo.

Desde la CGT del Estado español, vamos a estar pendientes de cómo siga la situación de resistencia jornalera en San Quintín y nos hacemos eco de señalar como máximos responsables de la integridad física y psicológica de sus habitantes a:

  • Enrique Peña Nieto (Presidente de la República)
  • Francisco A. Vega de la Madrid (Gobernador del Estado de Baja California)
  • Luis Miranda (Subsecretario de gobernación)
  • Gilberto Hirata Chico (Presidente municipal de Ensenada, Baja California)

¡Alto a la represión! ¡Fuera fuerzas policiales de San Quintín!|
¡Respeto a las demandas de los jornaleros/as de San Quintín!

¡Libertad presos polític@s!
¡Viva la lucha de la clase obrera!
¡Viva la lucha que avanza sin partidos políticos!
¡Viva el Congreso Nacional Indígena!
¡Viva el EZLN!