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Debora Cerutti/La Tinta

(Español) Compañera del colectivo La Tinta narra su detención en un Centro para Migrantes de México tras participar en Chiapas en el 1er Encuentro de Mujeres que Luchan [Crónica]

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En el mes de marzo, La tinta viajó a México a realizar la cobertura del “Primer Encuentro internacional, político, artístico y deportivo de mujeres que luchan”. En un operativo policial en la ruta que une Ciudad de México con San Cristóbal de las Casas, Chiapas, retuvieron a una de nuestras cronistas, Débora Cerutti. Aquí la primera parte de un relato de primera mano sobre las 13 horas de detención en un Centro para Migrantes.
Por Débora Cerutti para La tinta

Acayucan, Veracruz, México. 12 de la noche. Retén policial en la ruta. Huelo a peligro. Sudo hormonas. Aumento la frecuencia cardíaca. El miedo paraliza, me dije a mi misma. Reacciono y activo protocolos básicos de seguridad. Los invento en ese momento.

Había salido a las siete de la tarde de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, rumbo a Ciudad de México. El avión de vuelta a Argentina salía dos días después.

Llamo por teléfono a Jaime. Le pido que se comunique con mi amiga Mariana. Que no se preocupen. Que permanezcan atentos. Que no tenía mi pasaporte. Que no lo encontraba. Que debía estar en la casa de Mariana, en Ciudad de México, aunque estaba segura de que lo había cargado. Que iba a pasar la noche en un lugar llamado “Centro para migrantes” y que al amanecer me dejarían ir, cuando llegara el personal a las oficinas y chequearan mi identidad.

El aquietamiento
La última vez que había estado en México, fue hace dos años atrás. Un viaje de siete meses en el que recorrí decenas de experiencias organizativas que me enamoraron. Entre ellas, el zapatismo. En marzo de este año regresé al sureste mexicano con la tarea de cubrir para La tinta un evento convocado por el movimiento zapatista: el Primer Encuentro internacional, político, artístico y deportivo de mujeres que luchan. Mi corazón estaba ensanchado.

El encuentro terminó. Decidí quedarme unos días más en San Cristóbal para terminar de organizarme junto a otras seis mujeres en el trabajo colaborativo de prensa que nos habíamos propuesto durante el encuentro. Luego de esos días, iría a la costa de Chiapas a visitar a tres generaciones de mujeres y el mar. La noche antes de viajar comencé a sentirme mal. La maldición de Moctezuma parecía haber hecho lo suyo en mi estómago. Perdí el pasaje que había comprado y me quedé un par de días más en San Cristóbal.

Eso condicionó la vuelta. Debía volver sola a ciudad de México atravesando algunos retenes que sabía que existían. Conocía de los filtros migratorios por mi viaje anterior. Decidí no dormir y quedarme atenta a las probables paradas del colectivo en que la Policía Migratoria tiene un procedimiento muy aceitado: se sube al autobús, te mira, te alumbra con una linterna, reconoce tus rasgos en base a fenotipos y decide pedirte o no los documentos.

Desde la salida de San Cristóbal pasé tres retenes. En el tercero, todavía en el estado de Chiapas me pidieron documentos. Les mostré mi DNI, lo tomaron en sus manos y me lo devolvieron. Se bajaron. El colectivo siguió andando. Mi cuerpo liberó hormonas que mantuvieron la sensación de miedo pero permitieron que mi organismo actuara.

Siempre me costó dormir en los colectivos. A veces, cuando logro conciliar el sueño, se despierta mi mente y mi cuerpo queda paralizado. Por eso, desde hace un tiempo, decido mantener los ojos abiertos, los sentidos en alerta cuando viajo. Leo. Pienso. Miro por la ventana. Recuerdo. Hasta que me vence el sueño y caigo en la posibilidad de esa parálisis de la que soy consciente y dura segundos, pero que se manifiesta como eternidad. Es el tránsito del sueño a la vigilia: la parálisis del sueño.

Bajé la guardia a las 23 horas, un jueves 15 de marzo, en ese último retén. Me quedé profundamente dormida, sintiendo que ya no había peligro ni posibilidad de parálisis.

Llave de cintura
El estado de Veracruz es el paso obligado de aquellas personas que migran desde Centroamérica hacia Estados Unidos. De allí que le llaman “llave de cintura”, metáfora que representa el anudamiento, la limitación en el transitar libremente. Allí la linterna me iluminó el rostro y me despertó. Caí una vez más entre los fenotipos de personas que la migra estaba buscando.

—Documentos.
—Ya me los pidieron en el retén anterior.
—Este es otro. Documentos.
—Aquí está.
—Su pasaporte.
—Ese documento fue válido en el retén anterior.
—Este es otro. Pasaporte.

Me pongo nerviosa. No encuentro el pasaporte. Reviso mi mochila de mano. No está allí. Me bloqueo. Les digo que no lo tengo conmigo. Que tengo escaneado las primeras hojas de esa identificación en la computadora. Que no. Que necesitan tenerlo con la fórmula migratoria que me habían dado al ingresar al país. Que junte mis cosas y me baje.

Desciendo del colectivo, el chofer afirma que yo no venía sola, no entiendo por qué. Yo le digo que sí, que no había nadie conmigo. Insisten en mi pasaporte. Mi memoria insiste en no recordar qué había hecho con él. No pasan más de cinco minutos en toda esta secuencia: sin dudarlo, el chofer baja mi mochila grande del colectivo, se sienta en su butaca y arranca.

Miro el reloj de mi teléfono celular, son las doce de la noche, batería cargada, apenas una línea de señal. Miro a mi alrededor, veo el colectivo que se va, la ruta casi vacía, la noche oscura, una tienda Oxxo a lo lejos y una tienda de campaña con luces blancas que iluminan los rostros. Me percibo como la única mujer rodeada de policías. Recuerdo una frase: “Ningún ser humano es ilegal”.

Foto:Colectivo Manifiesto

La jauría y la perrera
Me dicen que me van a trasladar. Me suben a una combi enrejada. Me tienen media hora allí arriba encerrada, sin posibilidad de bajarme. Con dos jóvenes hermanos, uno de ellos menor de edad. Ellos en silencio. Yo golpeando la puerta para que me dejen salir. La migra pasa por el costado y disimula la sordera. Vuelve el conductor de la perrera. Se sube y enciende el motor. Comienzan los once kilómetros de mayor incertidumbre en el viaje en México.

Empiezo a borrar las imágenes de la cámara de fotos en el camino, las del Encuentro de mujeres. Borro toda la información del teléfono. Pienso en las 47 mujeres que denunciaron violaciones y torturas en San Salvador Atenco, uno de los 125 municipios del Estado de México, ubicado al oriente. Allá en 2006, cuando 5 mil efectivos policiales se desplegaron cual jauría sobre la comunidad rural y reprimieron una protesta contra la construcción de un aeropuerto.

Pierdo la señal del teléfono por completo.

Pienso en los excesos de las autoridades. En los operativos impunes, en el poder que poseen las fuerzas policiales, en su formación violenta y su capacidad para realizar torturas físicas, psicológicas y sexuales. En su capacidad para desaparecer personas.

En esos once kilómetros de traslado al Centro de Migrantes, intento identificar señales en el afuera. Intento no tener miedo. Intento pensar con la cabeza en frío y el corazón caliente. Carteles, nombres, luces. ¿Qué haría ante un intento de violación? ¿Qué si me secuestran? ¿Serían capaces?

Atenco, insistente imagen metafórica mientras transito encerrada en la perrera hacia un lugar desconocido, rodeada de hombres uniformados.

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Radio Zapatista

(Español) El corazón está listo – Día 11, Conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?”

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No matarán la flor de la palabra. No aquí ni ahora, no con tanta lucha por delante. No con tanta muerte acechando. Tras once días de conversar con música, baile, foto, cine, cartel, silencio atento y palabras, anoche concluyó en el CIDECI-Unitierra un encuentro que resignifica y redefine mucho. Una Comisión Sexta que celebra a su nuevo integrante (el Comandante Pablo), ha planteado una vez más la importancia de la organización mientras propone cuidar la “pedagogía” del mensaje a transmitir. No hay “propiedad privada de la lucha”, dice el Sup Galeano, hay “una nueva semilla que es de todos, todoas, todas y no es de nadie”.

Al presentar a detalle sus vivencias de los meses recientes, cuando se lanzaron a la búsqueda de apoyos para Marichuy y el CIG, integrantes de su Red de Apoyo se hacen voz colectiva que describe el proceso de aprendizaje-trabajo-información vivido por muchos rincones de México. Aunque escuchamos solamente a colectivos de Chiapas y de la Ciudad de México y zonas cercanas, lo que narran podría narrarlo cualquiera de ellxs. Son “colectivo de colectivos”, esfuerzo conjunto aunque disperso. Son fractales de resistencia. Sus voces coinciden cuando nos transmiten la emoción, el frío, la confianza, el agotamiento, el ánimo, el ansia y, sobre todo, la convicción. Recuerdan a Marco Antonio Jiménez, “activo auxiliar de Marichuy”, maestro de la Sexta que “ya no se encuentra aquí entre nosotros”. Recuerdan también a Eloísa Vega Castro, de la Red Sudcaliforniana de apoyo al CIG. Pero en realidad recuerdan todas las muertes y las desapariciones, todos los encarcelamientos y los abusos, todos los feminicidios, todo el despojo y el racismo, pues durante meses se dedicaron a recordárselos a cada persona que se acercó a sus mesas de recolección de apoyos. “También vivimos la tormenta”, nos dicen. “Cada firma era un diálogo que permitía visibilizar la lucha de los pueblos indígenas”, pero para visibilizarla tenían que verla ellxs mismxs. Con gran elocuencia, Raúl Romero presenta sus tres miradas de ese proceso: lo que llamó a juntar firmas (el diagnóstico), lo que pasó juntando firmas (las experiencias) y lo que es este semillero (la esperanza).

En sus intervenciones durante la clausura, tanto el Comandante Pablo como los Subcomandantes Moisés y Galeano replicaron el “efecto Marichuy” y los pueblos originarios al insistir en que nuestra lucha es por la vida. Según lo narraron a lo largo de estos días, cada participante de este Conversatorio-Semillero recibió una invitación del EZLN que les preguntaba “¿cómo está tu corazón?”. Cada quién dio su respuesta. Pero por lo que nos enseñaron y por la fuerza organizada de quienes convocaron, todo indica que el corazón está listo.

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Radio Zapatista

(Español) ¿Un nosotrxs sin México? – Día 10, Conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?”

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Esta tarde clara en el auditorio del CIDECI, Néstor Quiñones ha explicado que llevamos por dentro una batalla ardua entre pulsiones ya sea destructivas o impulsivas hacia la vida. En el arte, explicó, nuestras sumas de obsesiones, deseos y dolores toman partido por alguna de estas opciones: lo sano (optar por la vida) o lo patológico (optar por morir). En Los Adioses proyectados de Natalia Beristáin, habíamos visto a Rosario Castellanos reencontrar a su pareja, jugar entre las sábanas e intentar desnudarse aunque al final se arrepentía y se cubría el cuerpo tenuemente. “Me cuesta trabajo estar desnuda frente a ti”, le explicaba a un señor Guerra incapaz de contener su impulso creativo, de controlarla y de poseerla. “¿Sabes cuál ha sido tu problema siempre? Sientes mucho todo”, intentaba articular y justificar sus impulsos e incapacidades su pareja, un señor Guerra protagonizado por Daniel Giménez Cacho, quién tras presentar un cortometraje sobre la búsqueda de Salomón Aceves, Jesús Díaz y Marco Ávalos, los estudiantes de cine desaparecidos desde el 19 de marzo pasado cuyos cuerpos fueron disueltos en ácido sulfúrico según declaró este lunes 23 de abril la Fiscalía de Jalisco, protegió y exaltó que el Arte tiene la enorme y particular belleza de conseguir mostrar las heridas sin caer en la victimización, de provocar la escucha activa -dejarse tocar por el otrx- y por lo tanto de hacer el amor, ese “querernos como resultado de ir hacia el otrx”, ese querer desnudarse y brindarse que tanto quiso Rosario pero el México de hoy, vencido por su impulso patológico, quiere incluso disolver. Por ello, Yásnaya Aguilar irrumpió en el auditorio del CIDECI como un huracán dispuesto a sanar las heridas y la enfermedad contemporánea con el irreductible y originario remedio de la libertad. Si tomamos la domesticación del maíz como nuestro origen, lo alusivo a lo indígena apenas haría referencia a 200 de los 9,000 años transcurridos desde entonces, pues esta gran categoría fue creada por los Estados-Nación para encasillar, conjuntar y encapsular en un cajón único y supuestamente común distintas prácticas de vida y organización cuyo rasgo compartido era precisamente la negación a aceptar la idea de pertenecer a un Estado, es decir, a formar parte de algo mayor encima de los pueblos y practicar un estar juntxs falso e inocuo lejano al amor y cercano al impulso patológico de la muerte. Así, del torrente de palabras, miradas y escuchas compartidos por Yásnaya -lxs zapatistas de plano le pidieron su texto para seguirlo descubriendo con calma-, emergió ayer de nuestras heridas físicas y patológicas una pista enorme y vital para sobrevivir juntxs. “Eso que entiendo que los caracoles, que los compañeros zapatistas ya están haciendo, y disculpen si los contradigo, más que buscar un <<nunca más un México sin nosotros>>, están creando ya el nosotrxs sin México”, sonrió Yásnaya.

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Radio Zapatista

(Español) Exposición “Ausencias y presencias : Mujeres desaparecidas, mujeres en dignidad rebelde” – fotografías de Maya Goded y Graciela Iturbide

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Durante el Conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?” (15 a 25 de abril de 2018), se exhibe, en el Cideci/Universidad de la Tierra Chiapas, la exposición “Ausencias y presencias : Mujeres desaparecidas, mujeres en dignidad rebelde”, fotografías de Maya Goded y Graciela Iturbide. Compartimos aquí las imágenes de la exposición.

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Vía CLACPI Latinoamerica

(Español) [Perú] ASESINAN A LIDERESA INDÍGENA DEL PUEBLO SHIPIBO KONIBO

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La reconocida cultora de los conocimientos tradicionales del pueblo shipibo konibo, Olivia Arévalo Lomas, fue asesinada de cinco balazos al mediodía de ayer en su comunidad Victoria Gracia, Pucallpa (en las riberas del río Ucayali a pocas horas de la frontera brasileña).Un sicario motorizado le disparó a Olivia a pocos metros de su casa de habitación. Arévalo se une a una larga lista de indígenas del Perú, como Edwin Chota Valera, Leoncio Quintisima Meléndez, Francisco Pinedo Ramírez, Jorge Ríos Pérez y otros, que se sospecha fueron ultimados por madereros ilegales y narcotraficantes que los tenían amenazados.

Fotos facilitadas por la Federación de Comunidades Nativas de Ucayali y Afluentes (FECONAU) y TeleSurTV.

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Radio Zapatista

(Español) ¿Y entonces, quiénes? – Día 5, Conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?”

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En su segundo turno a la palabra, la joven concejal tsotsil Lupita Vázquez inició el recuento de su experiencia de los últimos meses con una aparente contradicción que suena a ejemplo de las avenidas hacia la libertad evocadas por Paul Theroux al conocer hace unos días el caracol de Oventik: “He aprendido mucho y al mismo tiempo no he aprendido nada”. Jaime Martínez Luna señaló que nunca entendió la propuesta pero le había dado gusto darle su firma a Marichuy y, poco antes que ambos, Fernanda Navarro compartió su incredulidad para explicarse por qué no se había logrado entender en todos los rincones de este país tan herido una propuesta tan inédita e incluso más fuerte que el “Ya basta” de 1994, aunque adelantó que quizás ahora, sin el maldito reloj del INE, es cuando realmente ella arrancará. Y la Comisión Sexta del EZLN, en voz del SubGaleano aportó dos guías decisivas a la valoración colectiva de esta tarde: en los comunicados del CIG y el CNI sobre la propuesta nunca se alojaron meses sino décadas y, a diferencia de 1994, esta vez la convocatoria a hacer frente a la guerra no es excluyente sino incluyente.

Esta tarde, las dudas sobre la posibilidad de ganar el partido quizás se volvieron miradas, pensamientos y preguntas sobre el campo de juego y sobre quiénes han desdeñado o temido no ya firmar sino entrarle al partido. Por ejemplo, Lupita contó que a los concejales solían pedirles carreteras o preguntarles si las comunidades podían formar parte del CNI aunque recibieran apoyo económico del gobierno; Jaime Martínez Luna contó que suele preguntarse a cada rato si en Oaxaca realmente mandan las más de 8 mil asambleas comunitarias y los 417 municipios libres o en realidad lo hace el gobernador en turno; y la abogada Erika Bárcenas, que con el colectivo Emancipaciones ha protegido y acompañado el proceso autonómico de Cherán los últimos siete años, indicó que el Estado no es un ente monolítico sino fraccionado e incoherente al que se le pueden hallar –en su caso desde el Derecho– suturas y oportunidades para la transformación social.

Para no perderse en ese piso hoy tan rojizo y minado, Jaime Luna explicó con su voz de pie, con rabia y con coraje, que necesitamos ratificar, reconocer y respetar lo que somos: seres comunales –¡y no individuos!– a quienes nos han roto y oscurecido; y Lupita indicó que algo a lo que le tenían mucho miedo era a caer en el juego de los partidos políticos, a decir “yo mando” o “yo soy tu ejemplo”. Aquí, el punto de encuentro con Jaime (mantenernos juntxs trabajando-en-movimiento por la reciprocidad) fue sorprendente: la lucha es, había dicho Lupita, “(…) para que nadie sea más ni nadie sea menos. Todos somos iguales. Que nadie sea superior ni esté por encima de nadie (…) No lograrán exterminarnos mientras tengamos fe en nosotros mismos y trabajemos y resistamos (…)”.

Más tarde, para cerrar la jornada del 19 de abril que había iniciado con un violento desalojo de profesores en San Cristóbal (desalojo tras el cual varios niños de primaria y preescolar sufrieron daños por los gases lacrimógenos) y con la denuncia de la desaparición forzada del concejal Catarino Aguilar Márquez y el comunero Noé Aguilar Rojas en Azqueltán, Jalisco, a manos de un grupo armado, con la convocatoria abierta al partido decisivo de la supervivencia como marco de fondo, el EZLN en voz del SubGaleano trajo a cuenta una larga cita que no es del Che sino de Al Pacino, Oliver Stone o alguien más. Con ella los zapatistas dijeron describir lo que es no sólo su vida sino la de cualquiera:

“Estamos en el fondo del infierno, podemos quedarnos ahí o podemos luchar para salir a la luz. Luchar por escalar cuesta arriba, pulgada por pulgada, una por una, uno aprende que la vida es eso… que la lucha es por esa pulgada, y esas pulgadas que necesitamos por escalar están por dónde quiera alrededor de nosotros. Están en cada minuto, en cada segundo. Aquí luchamos por cada una de esas pulgadas. Aquí nos hacemos pedazos a nosotros mismos ya los que nos rodean por esas pulgadas. Arañamos y nos aferramos con las uñas por esas pulgadas porque sabemos que cuando sumamos todas esas pulgadas eso es lo que hace la puta diferencia entre la vida y la muerte, y les digo que en cualquier lucha es quién esté dispuesto a morir por esa pulgada quién la va a conseguir. Y si estoy vivo es porque aún estoy dispuesto a luchar y morir por esa pulgada, porque eso es vivir, y o lo hacemos en colectivo o moriremos como individuos”

“Así nos tocó”, concluyó el SubGaleano.

“Y pues creo que es todo y tomé de más el tiempo porque luego cuando agarro confianza ya no paro, muchas gracias”, concluyó la jóven concejal tsotsil del CIG Lupita Vázquez, quién antes ya había adelantado: “Lo que nosotros queremos que siga es lo que todos queramos, no lo que los compas quieran ni lo que el Concejo Indígena quiera que siga ni lo que el CNI quiera que siga, sino el pueblo, ¿qué es lo que quiere que siga?”

¿Entonces quién se animará a jugar? ¿El pueblo tan evocado todos estos días, meses y décadas? ¿Lxs futurxs zapatistas? ¿Quiénes, pues?

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(Español) Exposición “Imágenes de la esperanza: El arte del cartel en la campaña de Marichuy”

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Durante el Conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?” (15 a 25 de abril de 2018), se exhibe, en el Cideci/Universidad de la Tierra Chiapas, la exposición “Imágenes de esperanza: El arte del cartel en la campaña de Marichuy”, con curaduría de Alejandro Magallanes. Compartimos aquí las imágenes de la exposición.

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(Español) ¿Revolución? ¿Reforma? ¿Lucha por la Vida? – Día 3, Conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?”

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CIDECI-UniTierra, San Cristóbal de Las Casas, 17/Abril/18.- Hace unas semanas, en pleno Encuentro Internacional de las Mujeres que Luchan, las compañeras zapatistas de la época clandestina explicaban a las jóvenes zapatistas que su legado consistía en heredarles la posibilidad de vivir luchando. Esta tarde, los zapatistas volvieron a enfatizar que, más allá de los enredos entre el supuesto dilema “firmas u organización” y la gigantesca discusión del siglo pasado sobre “Reforma o Revolución”, la “categoría” contemporánea, la mera realidad y la mera urgencia de hoy es, literalmente, la lucha por la vida.

En el inicio del Conversatorio, al seguir abordando lo que lxs zapatistas llaman el “Efecto Marichuy” en el Encuentro de marzo en el caracol de Morelia, el Sup Galeano evocó que las compañeras zapatistas esperaban conocer a las mujeres de afuera porque, como en las ciudades las atacaban más, seguramente estarían mejor organizadas que ellas para poder estar vivas. Esta preocupación vital, que puede sonar a límite pero también puede ser potencia imaginativa y práctica, se trasladó al resto de la jornada cuando el EZLN, en voz del Sup Galeano, explicó que según su mirada el Capitalismo ha decidido no permitir más respiros (gobiernos progresistas) e intentará conquistar todo y destruirnos a todxs. Es por ello que la apuesta no es “Reforma ni Revolución, sino Supervivencia, es decir Resistencia y Rebeldía”. Allí él probable efecto Marichuy: las ganas de trabajar por la vida no sólo con la palabra, efecto que ojalá germine también no sólo dónde ya existe la tierra fértil de la organización autónoma.

Alicia Castellanos, Carlos Aguirre Rojas, Gilberto López y Rivas y Alejandro Grimson se sumaron a la marea de reflexión, teoría, historia política y esfuerzos comunes en América Latina. Por ejemplo, Alejandro explicó que vale la pena celebrar si se cambian las torturas militares por elecciones o se aumentan los salarios, los hospitales y las escuelas, pero recalcó que la lucha central es, sobre todo, “incrementar cualitativamente las autonomías de nuestros actores, donde tengamos la ambición de erosionar esos poderes inmensos que parecen inconmovibles y que sólo pueden ser movidos con fuerzas políticas y sobre todo culturales que apunten a cambiar el mundo cada día”; y Alicia Castellanos resaltó que se está consolidando en México una identidad política de apoyo a los pueblos originarios capaz de trasladar e inscribir sus palabras y formas de vida a nuevos oídos, artes, espacios públicos, redes de apoyo, colectividades e irrupciones políticas.

Si, como evocó Gilberto López y Rivas, es en la participación de lxs de abajo de donde proviene la esperanza real de cambiar el mundo, la tormenta añade a la utopía de siempre una variante en sus reglas del juego: para poder disentir o elegir opciones es necesario mantenerse primero con vida. A golpes de realidad, esta variante cada vez está haciendo más explícitos los cambios y las dificultades de imaginar, organizarse y hacer política en esos abajos señalados por Gilberto, quién además concluyó que, pese a todo, toca “darle duro, sin confusiones ni derrotismo; y el que quiera criticar, primero que trabaje”.

Escucha/descarga las ponencias:

Conversación entre lxs ponentes:

 

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(Español) ¿Cumplimos o no cumplimos? – Día 2, Conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿prohibido pensar?”

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Tras la incursión al espacio de la democracia electoral permitida y promovida por el sistema político institucional, ¿cumplimos o no cumplimos?, ¿terminamos en lo mismo o realmente hicimos otra cosa? Así la pregunta, la reflexión, la autocrítica, el verdadero examen y el espejo propuestos por el EZLN en voz del SubComandante Insurgente Galeano en el primer día de charlas del conversatorio “Miradas, escuchas, palabras: ¿Prohibido pensar?”. Con esta invitación ha iniciado este lunes 16 de abril en el CIDECI-UNITIERRA de San Cristóbal la valoración colectiva de la etapa en la cual el Concejo Indígena de Gobierno intentó contar con una vocera que participara como candidata en las elecciones presidenciales de este año. Algunas de las primeras respuestas compartidas fueron: “Faltará en la opinión pública el nos están matando”; “Se logró un importante avance pues se construyó, reinstaló y amplió un auténtico espacio político que abre el camino y el horizonte de los pueblos”; “Tal vez como experiencia estuvo buena, pero debemos cuidarnos de no repetirla”; “Sabemos muy bien que nuestros sueños no caben ni cabrán jamás en sus urnas, en cualquier tipo de urnas”; “Nosotros decimos que no legitimamos al sistema sino que lo desnudamos” o “La verdad, hicieron un desmadre”.

A la par de éstas y las próximas reflexiones sobre la recolección de firmas como pretexto para generar organización colectiva autónoma –el SubGaleano incluso declaró que ellos pensaron que a lo mucho se obtendrían 100,000 firmas y que de ellas quizás 10,000 personas entenderían la propuesta–, en el primer día de este nuevo “semillero” sobresalió lo que en su momento era la agenda secreta del zapatismo. Al contarnos el origen y el camino para preparar el Primer Encuentro Internacional de las Mujeres que Luchan, las compañeras de base y coordinadoras de los cinco caracoles zapatistas, así como Mercedes Olivera, Márgara Millán, Sylvia Marcos y María de Jesús Patricio Martínez, trazaron veredas sobre cómo pensar y hacer hoy, juntxs y desde abajo, una transformación radical, ese “caminar que va lento, de lo pequeño a lo mayor, se va apropiando del territorio, tiene reglas desde el trato hasta lo que se produce y lo que se consume, se burla del dinero, reencuentra el juego, el espacio de la fiesta, se niega a la victimización, distribuye y disemina el poder y es siempre atento al poder de las estructuras de género”.

Entonces, ¿valió la pena el reciente esfuerzo al que fuimos convocadxs? A decir de Marichuy, en el CIG-CNI querían promover el poder y la organización desde abajo. El recorrido fue con esa finalidad y les dio gusto encontrar organización en los lugares donde imperaban el dolor, el despojo, la criminalización y la división comunitaria impuesta por los partidos políticos. “Más que ir nosotros a decirles, aprendimos mucho. Y yo creo que eso nos va a servir mucho al CNI. El recorrido fue un primer paso de muchos que se avecinan. Vamos a seguirle porque hay mucho qué hacer. Sigue lo que sigue. No podemos pensar que ya no la hicimos, sino que tenemos que seguir fortaleciendo los trabajos que hacemos de por sí. Falta mucho por hacer”, sintetizó Marichuy. A las preguntas zapatistas de los últimos años –¿Valió la pena el esfuerzo? ¿El trabajo generó organización o no? ¿Somos más grandes en horizonte (que no en número) y en capacidad? ¿Cumplimos o no cumplimos?– Marichuy respondió “Cumplimos”, pero acaso el auditorio del CIDECI se inundó con la sensación de que quedaron y quedan pendientes muchas más respuestas en muchxs otrxs lugares.

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Meritxell Martorell

(Español) Primer Encuentro Internacional de Mujeres Que Luchan 2018 (Video)

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