Chiapas
Los rostros (no tan) ocultos del mal llamado “tren maya”. Parte 3: Un mapa de las vías del tren capitalista
“Como tal, el Tren Maya se apega a los 12 Principios Rectores de la Cuarta Transformación y a los 3 ejes del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024, entre ellos:
– No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera
– Democracia significa el poder del pueblo
– Hacia una democracia participativa
– Consulta popular
– Mandar obedeciendoPor primera vez, el gobierno se acerca a las comunidades con el ánimo de construir, entre todos y a través del diálogo, un proyecto de desarrollo regional que pone a la gente como el centro de las decisiones.
El tren es un ejemplo de cómo pueden y deben ser los proyectos de infraestructura centrados en las personas.”
Este discurso de la actual administración que insiste en presentar esto como un proyecto democrático, que empodera al pueblo, y que va a desarrollar la zona, contrasta o se enfrenta con la realidad de la resistencia organizada de los pueblos, con la historia de turismo destructivo de la zona, y con los múltiples señalamientos por parte de especialistas de que el proyecto es profundamente nocivo para la región.
Este tramo fue concesionado al
“Seguimos viendo a México como un gran país en el cual queremos seguir invirtiendo, pero como inversionistas queremos que haya más certidumbre y transparencia en todas las inversiones que hacemos”, destacó la directiva. Recordó que una muestra de la confianza en el país es la compra de Impulsora de Fondos Banamex que hicieron el año pasado, la cual fue la inversión “más grande que jamás habían hecho en un país en desarrollo”. La adquisición por 34,000 millones de dólares se realizó en septiembre del 2019, después de las elecciones presidenciales en México y en un momento de volatilidad e incertidumbre en el mercado nacional.
Quinta Parte: LA MIRADA Y LA DISTANCIA A LA PUERTA
Traducione Italiano
Tradução em portugês
English Translation
Quinta Parte: LA MIRADA Y LA DISTANCIA A LA PUERTA.
Octubre del 2020.
Supongamos que es posible elegir, por ejemplo, la mirada. Supongamos que usted puede librarse, así sea por un momento, de la tiranía de las redes sociales que imponen no sólo qué se mira y de qué se habla, también cómo mirar y cómo hablar. Entonces, supongamos que usted levanta su mirada. Más arriba: de lo inmediato a lo local a lo regional a lo nacional a lo mundial. ¿Lo mira? Cierto, un caos, un desbarajuste, un desorden. Entonces supongamos que usted es un ser humano; vaya, que no es una aplicación digital que, velozmente, mira, clasifica, jerarquiza, juzga y sanciona. Entonces usted elige qué mirar… y cómo mirar. Pudiera ser, es un supositorio, que mirar y juzgar no sean lo mismo. Así que usted no sólo elige, también decide. Cambiar la pregunta de “eso, ¿está mal o bien?”, a “¿qué es eso?”. Claro, la primera cuestión lleva a un debate sabroso (¿todavía hay debates?). Y de ahí al “Eso está mal –o bien- porque yo lo digo”. O, tal vez, hay una discusión sobre qué es el bien y el mal, y de ahí a los argumentos y citas con pie de página. Cierto, tiene usted razón, eso es mejor que recurrir a “likes” y “manitas arriba”, pero le he propuesto cambiar el punto de partida: elegir el destino de su mirada.
Por ejemplo: usted decide mirar a los musulmanes. Puede usted elegir, por ejemplo, entre quienes perpetraron el atentado contra Charlie Hebdo o entre quienes marchan ahora por los caminos de Francia para reclamar, exigir, imponer sus derechos. Puesto que usted ha llegado a estas líneas, es muy probable que se decante por los “sans papiers”. Claro, también se siente usted en la obligación de declarar que Macron es un imbécil. Pero, obviando ese rápido vistazo hacia arriba, usted vuelve a mirar los plantones, campamentos y marchas de los migrantes. Usted se pregunta por el número. Le parecen muchos, o pocos, o demasiados, o suficientes. Ha pasado de la identidad religiosa a la cantidad. Y entonces usted se pregunta qué quieren, por qué luchan. Y aquí usted decide si acude a los medios y las redes para saberlo… o les escucha. Suponga que les puede preguntar. ¿Les pregunta usted su creencia religiosa, cuántos son? ¿O les pregunta por qué abandonaron su tierra y decidieron llegar a suelos y cielos que tienen otra lengua, otra cultura, otras leyes, otro modo? Tal vez le respondan con una sola palabra: guerra. O tal vez le detallen lo que esa palabra significa en su realidad de ellos. Guerra. Usted decide investigar: ¿guerra dónde? O, más mejor. ¿por qué esa guerra? Entonces le abruman con explicaciones: creencias religiosas, disputas territoriales, saqueo de recursos o, simple y llanamente, estupidez. Pero usted no se conforma y pregunta por quién se beneficia de la destrucción, del despoblamiento, de la reconstrucción, de la repoblación. Encuentra los datos de diversas corporaciones. Investiga a las corporaciones y descubre que están en varios países, y que fabrican no sólo armas, también autos, cohetes interestelares, hornos de microondas, servicios de paquetería, bancos, redes sociales, “contenido mediático”, ropa, celulares y computadoras, calzado, alimentos orgánicos y no, empresas navieras, ventas en línea, trenes, jefes de gobierno y gabinetes, centros de investigación científica y no, cadenas de hoteles y restaurantes, “fast food”, líneas aéreas, termoeléctricas y, claro, fundaciones de ayuda “humanitaria”. Usted podría decir, entonces, que la responsabilidad es de la humanidad o del mundo entero.