(Español) Berta Cáceres, el COPINH y la Comunicación Popular
Por Daniela Parra y Heriberto Paredes (Fotografías)
En el año 2007, cuando recién me insertaba en el mundo de la comunicación popular latinoamericana, tuve la fortuna de conocer la radio comunitaria «La Voz Lenca FM» del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Ahí, en el Centro de Encuentros y Amistad UTOPÍA, un verdadero espacio para la esperanza, conocí a Berta Cáceres y a varios compañeros y compañeras que con enorme fortaleza y alegría llevaban una lucha decidida. Meses después, el 1° de abril de 2008, Berta accedió apoyarme para mi tesis de licenciatura con una entrevista por correo electrónico sobre el papel de la comunicación en el COPINH y la forma en que la vislumbraban y generaban sus medios de comunicación y contenidos.
Después de su cruel asesinato, volví a las palabras que me concedió. Ahí, encontré a la misma Berta de textos, videos y declaraciones de años posteriores. Consecuente, congruente. Sirvan pues estas palabras suyas como un humilde homenaje a ella, a la lucha del COPINH y como una reafirmación para quienes buscamos construir otras formas de comunicar en Nuestramérica.
¿Cuál es la situación política y social actual en Honduras a la que se enfrentan como organización social?
En la actual coyuntura [2008], el COPINH enfrenta retos sumamente difíciles que se han agudizado, producto de la implementación arreciada del modelo neoliberal, principalmente la privatización en la salud, educación, territorios, concesiones mineras, de ríos, energía y concesiones turísticas. La transnacionalización se aprovecha de un marco jurídico que les permite impunidad y operar de manera ilimitada en temas de bioseguridad, agrocombustibles, represas, turismo, biodiversidad, telecomunicaciones, maquilas, etcétera. Esta situación ha sido acelerada por la aplicación del Tratado de Libre Comercio (TLC) y por las recetas del Banco Mundial, BID, FMI, UE, etcétera.
Cabe mencionar que las comunidades se enfrentan a la amenaza de la depredación ambiental, sobre todo de sus bosques, la privatización de los sistemas de agua potable, todo en un contexto de miseria y expulsión forzosa de la gente que es obligada a migrar. También se aplican formas represivas «privatizadas» a través del poder que tienen los emporios económicos y familiares que hostigan, presionan y saquean. Y como todos los proyectos colonialistas, van acompañados de proyectos represivos, de militarización, incluso de la mente con métodos «modernos» y que la policía juega papeles que los ejércitos jugaron en los años 80 en Centroamérica. Se suma a esto la corrupción, el narcotráfico y la crisis en los tres poderes del Estado, donde el poder legislativo, a través del Congreso Nacional, representa el sector más conservador e intolerante junto al poder judicial, e incluso llega al extremo de oponerse férreamente a muchos proyectos como la firma de convenios con Petrocaribe, a mejorar las relaciones con Cuba y Venezuela, entre otros, temas en los que la población organizada y no organizada ha participado incidiendo de una u otra manera.
(Español) Crónica de la Marcha por el Agua, la Madre Tierra, el Territorio y la Vida en Guatemala
GUATEMALA: MARCHA POR EL AGUA LLEGA A SU FIN
Texto de Susana Norman y fotos por Ingrid Fadnes (Centro de Medios Independientes-Guatemala)
En Guatemala, La Marcha por el Agua, la Madre Tierra, el Territorio y la Vida, convocada por unas 80 organizaciones que integran la Asamblea Social Popular (ASP), está llegando a su recta final. La marcha comenzó en el punto fronterizo con México, Tecún Umán, el pasado 11 de abril, y los y las manifestantes ya han recorrido a pie más de 200 kilómetros por el caliente asfalto de la carretera CA2 de la costa sur de Guatemala, en su camino hacia la capital del país. Con 10 días bajo el sol ardiente, cargando bebés en la espalda, y dejando atrás más de 30 kilómetros a cada día, la llegada a la Ciudad de Guatemala está previsto para la tarde del viernes 22 de abril. Se juntarán también las otras contingencias, marchas menores que han salido de Purulhá en Baja Verapaz (norte), y Mesilla en Huehuetenango (occidente).
La exigencia que aglutina tanto a comunidades indígenas, organizaciones barriales urbanas y feministas es la preservación de los ríos, las lagunas y los manantiales, porque sin agua no hay vida para nadie. Vemos en la lucha por el agua, una de las demandas más urgentes a nivel global, pero además un llamado estratégico para alentar a la sensibilización, a la organización, y a la solidaridad, ya que la falta del agua se siente en las ciudades y no solo en el campo. Durante el trayecto se ha denunciado la contaminación y los desvíos de los ríos; el despojo ilegal de agua y territorios por parte de las empresas transnacionales de monocultivos como palma, azúcar, banano y café y por las empresas mineras e hidroeléctricas. La marcha plantea que 97 por ciento de las fuentes de agua dulce ya están contaminadas en el país a la par de sufrir el avance de la desertificación en una quinta parte del territorio.
“Uno de nuestros objetivos es sensibilizar a la población en general. Es necesario que nos unamos, tanto como como pueblos mayas, garífuna, xinca y mestizo, que somos los cuatro pueblos aquí en Guatemala. Que nos unamos a esta gran lucha por la recuperación de los ríos. Que el agua no sea más privatizada. En las comunidades que hemos pasado durante los días de la marcha, hemos visto como la población en general está sufriendo por el agua. Son alrededor de 50 ríos que hemos pasado, pero casi todos están secos, y se miran son las piedras, o están desviados a las empresas de monocultivo de caña. En esta zona estas empresas se concentran, y son entre 6 y 10 ingenios azucareros sólo aquí. De parte de la población más urbana denuncian que les llegan las facturas con montos grandes a pagar, sin embargo, el agua no les llega. Vemos que esto es un grave problema a nivel nacional. Queremos que las comunidades, los cantones y los barrios a nivel urbano y en el campo se organicen y denuncien esta violación a los derechos que hacen estas empresas con la complicidad del gobierno”, cuenta Maria Josefa Mac, mujer maya q´eqchi, e integrante del Consejo Directivo Nacional del Comité de Unidad Campesina (CUC), una de las organizaciones que integran el ASP.