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Palenque, Chiapas, 17 de Septiembre de 2011 (Cencos).- En su octavo día de andar, la Caravana de la Paz entró en marcha a la ciudad de Ocosingo, cabecera del municipio más grande del estado chiapaneco. Nos reunimos a las afueras del Mercado Público que aún conserva los agujeros de las balas intercambiadas entre el Ejército mexicano y las y los combatientes zapatistas en la Batalla de Ocosingo del 2 de enero de 1994, ahí recordamos a los que cayeron.

Ya en el templete, las organizaciones locales compartieron a sus visitantes las historias de las violencias que enfrentan las comunidades indígenas de organización autónoma; zapatistas o no, ellas resisten activamente una guerra de baja intensidad plagada de violaciones a derechos humanos como asesinatos, desapariciones forzadas y el paramilitarismo, también resisten a las estrategia de contrainsurgencia gubernamental que se disfraza con rostro de programas sociales que traen pocos o nulos beneficios a las comunidades.

Estas políticas han deteriorado el tejido social comunitario pasando por encima de la vida en todas sus formas, pues se prioriza la ganancia y el valor del dinero. A las comunidades se les castiga con la pobreza y por la defensa de la tierra y la naturaleza, por Montes Azules, por el cese de la explotación a cielo abierto de la mina de Chicomuselo, también contra las altas tarifas en el cobro de la energía eléctrica entre una larga lista de agravios.

Ahí en Ocosingo, el padre Alejandro Solalinde, que ha acompañado este andar recordó como aquel primero de enero de 1994 los pueblos mayas sacudieron a México, y llevó el mensaje de la caravana a estos pueblos “soñar con la libertad sin la organización puede convertirse en una pesadilla a largo plazo” por eso, dijo, hay que caminar juntos en estas y en todas las luchas.

Al atardecer partimos hacia Palenque, donde al llegar su gente nos recibió con una marea en calma de llamas que brillaban en la oscuridad, caminamos sobre las calles mojadas para encontrarnos con más personas y más historias. Con las canciones de la iglesia de los pobres entonadas por Fray Tomás González, defensor de derechos humanos que desde el albergue “La 72″ (nombrado así para rememorar el asesinato de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas en agosto de 2010) ha sido amenazado por brindar a las y los migrantes un poco de lo que el sistema económico les ha negado.

Hoy pernoctamos en su parroquia para mañana pisar tierra tabasqueñas.

Caravana de caravanas. La paz son los caminos

Esta es una caravana que lleva muchas otras caravanas, una de ellas la que partió para dar un saludo a las comunidades zapatistas en resistencia en el caracol de Oventic. La otra, la noche anterior, es la que acudió a Acteal para acompañar y escuchar a las víctimas de una de las mayores masacres hacia los pueblos indígenas desde que la guerra inició en Chiapas en 1994.

Oventic, el tiempo en resistencia

A las siete y media de la mañana desde San Cristóbal partieron un camión y una decena de coches por el camino a San Juan Chamula, hacia San Andrés Larrainzar y finalmente a estas pictóricas fachadas a la entrada del territorio liberado anunciando la rebeldía, pero sobre todo la autonomía.

La expectativa era altas, pero el sol infatigable en vez de la neblina de las montañas del sureste ya daba una pista de que al subir a Oventic las decisiones no estarían en manos de los caravaneros.

Cerca de un centenar de caravaneros, caravaneras y periodistas se agolparon a la espera de pasar, pero sólo entró una comitiva con Javier Sicilia, Julian LeBarón, Teresa Carmona, Melchor Flores, Guadalupe Muñoz y algunos invitados como Miguel Concha Malo y representantes del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas.

El encuentro se dio con la Junta de Buen Gobierno de Oventic que por una hora escuchó las historias de 35 familias de víctimas de asesinato y desaparición forzada. “Bienvenidos a esta casa que es de todos, no solo de los zapatistas. Les damos la bienvenida, somos la Junta de Buen Gobierno y queremos escucharlos. Nosotros no hablaremos, sólo oiremos”, dijo uno de los 6 zapatistas que recibieron a la comisión en una pequeña oficina de madera.

“Gracias por venir desde lejos, por venir hasta acá, por hacer un esfuerzo y llegar con nosotros”, dijo una de las tres mujeres que integran la Junta.

Ya afuera, luego de la espera y de ver del otro lado de la cerca la vida cotidiana en el caracol, por fin la comitiva salió y Javier Sicilia resumió el encuentro como este “saludo” que el Movimiento le debía en persona a los zapatistas luego de aquella marcha que 15 mil de ellos hicieron el pasado 7 de mayo de San Cristóbal de las Casas en apoyo a la movilización del poeta del 8 de mayo en el zócalo de la Capital.

La lección a aprender de ellos, dijo sin ironía, es que en las comunidades zapatistas no corres peligro y en el resto del país sí. De la Junta de Buen Gobierno ya no salió palabra alguna, sólo ofrecieron su atenta escucha para las víctimas de esta guerra en que ellos desde hace mucho tiempo ya luchan.

Acteal: la no violencia del zapatismo

“El día 22 de diciembre de 1997 mientras se encontraban orando y ayunando por la paz, fueron masacradas en este lugar 49 personas por paramilitares entrenados, dirigidos y protegidos por el Estado este año de 2009 excarcelados y absueltos por el Estado a través de la llamada Suprema Corte de la Justicia de la Nación”, así se está recordando ese quebrantado día a la entrada de la Caravana a Acteal, Chenalhó, Chiapas en la Comunidad de Las Abejas.

Después de subir un espiral de caminos revoltosos, árboles, cerros, tormenta y nubes de tonalidades distintas durante 3 horas, llegamos al municipio y nos sumergimos en la selva aún más; las escaleras para adentrarnos comenzaban a nivel del suelo en que llegábamos y de ahí para abajo, al corazón de la tierra.

La espera era decepcionante, entonces, se hicieron algunos actos mientras llegaba la Caravana, incluso la lluvia torrencial se hizo presente sin pretensiones siquiera de acallar el grito y ésta, aunque escandalosa, no saboteó en ningún momento la noche; era parte del escenario para este 15 de septiembre de 2011.

Pronto incrementó la incertidumbre: por un lado, la escasa comunicación con dos camiones de la Caravana que no llegaban y nos mantenían escépticos de su llegada; por el otro, los que no sabíamos tzotzil, minoría en esos momentos previos a la llegada, no comprendíamos las notificaciones. Minutos antes de las 11 de la noche, nos encaminamos para recibirlos a la vialidad, ahí, aún sin seguridad sobre su arribo, esperamos con la música y el silencio, con esa esperanza tan arraigada de los pueblos, cuya trayectoria es de más de 500 años.

Por fin, aproximadamente media hora después, llegaron los camiones de redilas con una parte de la Caravana naufraga, la cual tuvo que sobrepasar deslaves en el camino para cumplir lo planeado con la comunidad; los músicos comenzaron a tocar y la lluvia era imperceptible.

Ya en el auditorio se presentaron con nombre y organización los que conformaban la comisión por parte de la gran caravana, asimismo, se leyó un mensaje en nombre de Javier Sicilia, quien no puedo llegar al evento. Personas de diversos estados del país como Jalisco, Guerrero, Estado de México, Distrito Federal, Chihuahua, Oaxaca, Michoacán y Puebla. Después fue el pronunciamiento de la asociación civil Las Abejas de Acteal, donde 29 mujeres, 15 niños y 5 ancianos fueron asesinados, además de un feto extraído del vientre de su madre. Había un altar para aquellas personas al cual le incluyeron 500 velas -diez por cruz de cada unos de sus muertos- para representar a los 50,000 muertos de Calderón.

El grito fue de hartazgo y de querer ser independientes, de la lucha por la independencia, no de ésta en sí misma. “Seguimos resistiendo y construyendo autonomía, en busca de paz y perdón que no sea impunidad, de la verdad. Organícense” recalcaron. Y sus enseñanzas de lucha fueron, durante el acto, y siguen siendo agradecidas.

Centro Nacional de Comunicación Social