2 de Octubre 2017: Reconstrucción nacional con dignidad y soberanía

Por Elis Monroy

Apenas a dos semanas del terremoto del 19 de septiembre, llegó el 2 de octubre, y con esta fecha, la necesidad de recordar que no podemos olvidar.

La marcha que conmemoró los 49 años de la matanza estudiantil perpetrada en Tlatelolco bajo las órdenes del entonces presidente priísta Gustavo Díaz Ordaz hoy era precedida por el lema «Reconstrucción nacional con dignidad y soberanía».

Si bien, después de la matanza de cientos de estudiantes en 1968 era necesaria una reconstrucción nacional, hoy este lema alude también a la reconstrucción de casas, escuelas, hospitales y vidas que se han venido abajo o se han quedado enclenques debido a los sismos ocurridos en varios estados de la república en las últimas semanas.

Igual que hace casi 50 años, el reclamo por una reconstrucción nacional no podría darse por completo sin exigir que ésta contemple dignidad y soberanía. Pues, como entonces, los intereses de la clase política, tan ajenos a la solidaridad que se evidenció durante los desastres, buscan tapar su ineptitud y responsabilidad, esta vez no con la desaparición de los cuerpos de estudiantes, sino maquillando las grietas, mintiendo, dando falsos diagnósticos, robando y desviando las donaciones y acopios. Lo que sí se repite es la desinformación, la aparente y conveniente incapacidad de investigar y dar a conocer las cifras de lxs entonces asesinadxs y lxs hoy muertxs y afectadxs por los sismos. Por otra parte, la reconstrucción que hoy se impone, favorece a las inmobiliarias y empresas privadas, haciendo a un lado una vez más a la estorbosa autodeterminación del territorio, de la vida en comunidad, que inminentemente vendrían acompañadas de la organización colectiva, de las exigencias y del desconocimiento del mal gobierno.

Desde la Plaza de las Tres Culturas hasta el Zócalo de la ciudad, miles de personas, principalmente estudiantes de diversas escuelas y estados, gritaron consignas, corrieron y bailaron de la mano de otras luchas que reclaman tampoco ser olvidadas, como la de Atenco y Ayotzinapa. La cita de este año se cumplió y entonces se refrendó la del siguiente, que cumplirá cinco décadas y estará llena de expectativas de reconstrucción, de despertar y de justicia.