Fotos: Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos de Honduras (color); David de la Paz y Javier Espinal (blanco y negro)

El pasado 20 de octubre una manifestación de la organización COPINH en Honduras fue brutalmente reprimida por la policía, a pesar de la presencia de niñxs, mujeres y ancianxs. La cantautora y activista social Karla Lara nos comparte esta conmovedora crónica de la represión.

También compartimos la cápsula radiofónica producida por Radio Guarajambala:
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¿TE MOLESTA MI AMOR?
por Karla Lara

“Mi mamá, mi mamá, dónde está mi mamá, a mi hermanito se lo llevaron en un carro, mi mamá, ay mamá, ¡dónde estás, mamá!”… Eran gritos, estaba en shock, corría de regreso en sentido al peligro, hacia los gases y los chepos enloquecidos que repartían toletazos y lanzaban piedras en medio de una nube blanca provocada por las lacrimógenas y los chorros de agua, la gente nos pasaba de lado corriendo, hacés pequeños intentos por ser solidaria pero vos también querés salvarte, y el humo te ahoga, “mamá, mamá, dónde está mi mamá, mi hermanito, se lo llevaron en aquel carro”, señalaba hacia un punto donde ya no había ningún carro. Entre el humo y la gente corriendo apareció la mamá, “ella es, ¡mamá!”, gritaba el niño, “mamá, se llevaron a mi hermanito en aquel carro”, él se desvaneció y un muchacho delgado le ofrecía al niño, que era grande y gordito, ¿te cargo?, yo te llevo, salgamos de acá, gritaban otros, la mamá se desmayó en ese momento, le echábamos agua en la cabeza, hasta un policía municipal le echaba aire, los compas intentaban levantarla. Era una escena desgarradora, yo intentaba torpemente hacer algo, le decía al niño que se calmara y que avanzáramos pero todos dábamos gritos, órdenes, intentos de hacer algo. En eso traían a la abuela Yolanda, me fui con ella, y ella conmigo, debo de haber pensado que ella me salvaría y que yo podía cuidarla a ella que no podría correr, o nos darían refugio, mezquindad, solidaridad, quién sabe qué es en esos minutos de la vida que se hacen eternos, los compas respondían a los chepos con gritos, con una que otra piedra de regreso, y no paraban, no dejaban de lanzar bombas y correr tras nosotros, para qué, ya habían desalojado el plantón.


Sucedió ayer en una acción de protesta pacífica que cada tanto viene a hacer a la capital el pueblo Lenca organizado en el COPINH para exigir justicia por los asesinados en sus luchas, para que Berta se siga multiplicando, para exigir que salga el proyecto hidroeléctrico de su territorio, para que no represen sus ríos que son sagrados. ¿Por qué la saña? ¿Por qué al COPINH? ¿Por qué no paran si ven que hay tanta mujer criando allí con sus criaturitas? ¿Dónde quedaron tus maracas, Patrona, lidereza espiritual del pueblo garífuna organizado en la OFRANEH que siempre se suma a las acciones desde el caminar y su importantísimo aporte a la parte cultural y espiritual de cada momento que nos reúne, allí sus cantos, sus palabras, sus inciensos, su sentido de la protección ancestral? Y en eso estábamos, en la parte ritual, cuando abrieron fuego, como perros rabiosos tras el pueblo al que ellos también pertenecen.

El racismo, como el machismo, lo andamos cargando todas y todos, el colonialismo que llevamos dentro hace que los policías y soldados, indígenas en su mayoría, atiendan las órdenes de mestizos empoderados por las armas y sus cargos en una institución que sirve a los grandes intereses de hombres blancos o desteñidos en el poder, que también se creyeron que ser blancos es ser exitosos, que hay que tener luz aunque eso le cueste la vida a los ríos, a los árboles y la libertad de sus congéneres de no admitir la sumisión como una respuesta en sus vidas, les pone un espejo en el que se refleja la esclavitud de la que ellos son objeto.

Demasiada insolencia protestar por lo que te pertenece frente a una Institución que inventaron los blancos y los desteñidos para fingir administrar la justicia en una democracia que funciona sólo si agachamos la cabeza, si somos sumisas, si somos obedientes, si no protestamos, demasiada felicidad con los tambores, con una mujer Lenca cantando y tocando el banjo, demasiada claridad en el discurso de Pascualita, una mujer del Consejo de Ancianos, chiquitita de estatura que entre candelas, flores, y la foto de Berta la trae de nuevo con nosotras y nosotros que reímos, que platicamos, que honramos la vida en libertad, que nunca vamos a encarcelarnos en su concepto de desarrollo, de éxito, ni de justicia ahora.

Sabemos bastante y un poquito más sin haber ido a sus universidades, el río nos dice cosas que ustedes no saben, las ancestras tienen un poder que a ustedes les asusta y a nosotras nos conforta, encontramos placer en un cafecito caliente, un amanecer nos es suficiente para ser felices, no ocupamos sus excesos, porque somos inmensamente libres, nos reímos de sus pesados uniformes, de sus torpes decisiones de intentar someternos, Berta anda con nosotras y no es consigna, es una certeza, que a ustedes les seguirá asustando, y es eso, su miedo a nuestra verdad, el espejo que les recuerda lo material, el pisto, la acumulación, el consumo, como única expresión de la felicidad que quieren ver. Dime cuánto ocupas y te diré cuánto reprimes. ¿Les molesta nuestro amor?, ¿nuestra sencillez? ¿Nuestra pobreza digna?, ¿nuestra determinación de pueblos autónomos? Les molesta sabernos dueños de nuestro territorio y que estemos organizados para defenderlo de sus represas, de sus mineras, de sus hoteles, de sus proyectos de muerte.

Si queremos escuelas, en nuestros idiomas, con nuestras visiones de la vida, queremos salud, con nuestras plantas medicinales, no con sus químicos que curan de una y enferman de otra, no queremos sus putos churros ni sus aguas negras embotelladas, tenemos frutas, panela, y vamos a volver a aprender, y vamos a quitarnos la colonia que nos hayan querido enquistar, es un sueño, pero despiertas, chivas, caminando en esa capital de cemento, sin vida, con autómatas viviendo en ella y vamos para eso, para que dejen de decidir por nosotros, sin vernos, sin conocernos, aunque de nuestra labranza coman sus comidas enlatadas, servidas en restaurantes con nombres gringos y aire acondicionado.

No todo el mundo quiere vivir de la forma en el que el poder transnacional quiere imponer, y somos muchas las personas indígenas y nos enseñan a las que nos asumimos dueñas de una raíz que reivindicamos, y aunque en esta ciudad vivamos, nuestra familia es esa, la gente que ocupa poco para andar en la vida, livianas caminan, con cantos, con conocimientos, con haceres, con dignidad, con fortaleza, con conocimientos, y nos sumamos mujeres, estudiantes encapuchadas y encapuchados, si, rebeldes y a mucha honra, felices de mostrarles el reflejo de un espejo que les deja ver lo bestias que son cuando les mandan a obedecer.

Volverá COPINH y volveremos a estar allí porque Berta haría eso y por eso gritamos que somos ella y que ella es COPINH, porque está sembrada en el corazón de nuestras rebeldías. Gracias COPINH y OFRANEH por ser nuestra escuela, el espejo de la deconstrucción colonial que es esfuerzo de ustedes y es esfuerzo nuestro.

Cada persona tiene hoy una historia que contar de ayer, las que tragaron mas gas, las que rescataron algún niño, algún bebé, la mamá que perdió a su niña, el niño que perdió a su mamá, los muchachos que le lograron lanzar alguna piedra a un chepo, la abuela que iba con un gran chichote en la cabeza por una pedrada, la periodista que transmitió en vivo el ahogo de todas y todos, el compa que estaba por subirse al carro y estando detrás de ellos escuchó la orden de reprimirnos y tuvo que quedarse a observarlo todo, impávido, dolido, impotente, ayer lloramos mucho, hoy nos secamos las lágrimas y volvemos a comprometernos, Azalia me dijo hace un rato: amanecimos tomando café y cantando las canciones con el grupo de cuerdas, ya volvió a sonar el banjo y vamos a volver pronto y vamos con todo!! y eso nos hace inmensamente felices!!… ¿te molesta mi amor?