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El Sarao Bem Black fue uno de los espacios donde se realizó el festival CompARTE por la Humanidad en Salvador, Bahía, Brasil. En el aeropuerto de Salvador, entrevistamos al poeta Nelson Maca, quien nos habló sobre el Sarao Bem Black, encuentro poético del movimiento literario negro que se ha vuelto referencia no sólo en Bahía, sino en Brasil.

Nelson es también el creador del concepto de “literatura divergente” y del manifiesto llamado “Manifestación de la literatura divergente o manifiesto encrucijador de caminos”. En la entrevista, nos habla sobre lo que significa para él la literatura divergente y su relación con la politización de la diferencia.

Finalmente, nos habla sobre su nuevo libro Gramática de la Ira y su relación con la digna rabia.

Escucha la entrevista en portugués aquí: (Descarga aquí)  

Lee la traducción al español abajo.

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Estamos hablando con Nelson Maca en el aeropuerto de Salvador, Bahía. Nelson, estuvimos juntos en el Sarao Bem Black. Quería que nos hablaras sobre el sentido del Sarao Bem Black.

Bueno, el Sarao Bem Black es más que nada un encuentro de activistas, artistas negros y no negros, pero todos alrededor de un eje común que es la literatura negra. En realidad es un movimiento que sucede desde hace 7 años, y en 2016 estaba parado desde enero y ahora regresamos después de 4 o 5 meses, al barrio de Pelourinho. Hoy es un barrio de la negritud pero al principio era un barrio de los colonizadores, pero que se volvió la gran referencia de la negritud. Entonces el sarao tiene esa intención, de reunir personas negras, escritores que trabajan ese tema. Lógicamente lo principal son las poesías, declamadas, pero también es un lugar para presentaciones de libros, presentaciones de discos, un lugar de debates, de conferencias. Se volvió hoy en Bahía quizás una de las principales referencias de un lugar independiente, sin fondos del Estado ni de empresas privadas.

 

Hablaste del papel del Pelourinho, pero hay también una intención por parte del Estado de hacer de ese espacio un espacio para el turismo, una folclorización y una venta de la negritud desprovista de sentido, para consumo. Y en ese ámbito se da la intervención del Sarao Bem Black. Qué significa para ustedes esa intervención en ese espacio.

No sólo el Pelourinho sino toda la ciudad está sumamente folclorizada con relación a las cuestiones de la negritud. Llegas al aeropuerto y hay gente travestida de “baianas de acarajé”, hay juegos de capoeira donde muchas veces quien está ni maestro es, entonces la negritud se volvió un gran producto. Quien vio la apertura de los juegos olímpicos en Río de Janeiro, es eso que digo. Es el indio que aparece sólo en los primeros cinco minutos y después desaparece, como desaparece de Brasil; es una favela colorida, alegre, feliz, sin policías, sin represión, sin asesinatos de jóvenes; es el funk que aparece en la apertura pero que en lo cotidiano está prohibido para los residentes. Entonces está todo muy glamorizado, Fanon ya lo decía en Pieles negras, máscaras blancas: ellos quieren una negritud sonriente que dice “sí señor”.

Yo soy parte de aquellas personas negras que no están de acuerdo ni lo comparten. Entonces estar en el Pelourinho con un sarao como ese es estar en un lugar de instauración del conflicto. El Sarao Bem Black no busca la paz. En realidad el Sarao Bem Black tiene que ser incómodo, para que sirva para despertar a otras personas, artistas, militantes, al hecho de que el arte no puede mantenerse alejado; si nuestro ser físico es violentado, nuestra arte no puede dejar de hablar de eso.

 

Tú eres el creador del manifiesto de la literatura divergente. Me gustaría que hablaras un poco sobre cómo concibes esa literatura divergente, sobre todo porque esta entrevista es para Radio Zapatista, y para la filosofía zapatista, la politización de las diferencias es fundamental, así que me gustaría que hablaras un poco sobre eso.

Bueno, empecé a elaborar ese pensamiento justamente por mi condición de escritor. Cuando mi poesía empezó a ser más divulgada en Brasil, inmediatamente me asociaron a la literatura marginal o a la literatura periférica. Pero desde que tenía catorce años yo he dicho que mi literatura es negra, entonces hay una dificultad en decir que hago una literatura negra. Parece más cómodo decir que hago literatura periférica o marginal, inclusive porque hay varios conceptos de marginal, y el primer concepto muy difundido en Brasil, en la década de 70 del siglo pasado, era de un grupo de personas ricas de la zona sur de Río de Janeiro, que era marginal sólo por el lenguaje… los hippies. Yo no me identifico  con eso.

Entonces me puse a pensar cómo me podría conceptualizar a mí mismo, y al mismo tiempo no quería esencializar la negritud. No quería pensar que sólo los negros tienen algo que decir sobre la divergencia o sobre el sufrimiento o la rebeldía. Entonces traté de despersonalizarme e imaginar cómo sería si yo hablara desde la condición de palestino, o desde la condición de indígena, o desde la condición de gay, o de mujer. O sea que hay muchos márgenes. Así que empecé a entender que más allá de mi deseo de hacer literatura negra, hay otros deseos de hacer literaturas que divergen de los cánones, de lo que es impuesto, de lo que se toma como modelo, como mejor, como más bonito.

Pero, ¿qué une a todas esas personas, qué une la literatura negra a la literatura gay, qué une la literatura gay a la literatura indígena brasileña? Pensé: hay algo que creo que es el fondo común: todas esas literaturas divergen de un modelo, todas son anticanónicas, anticapitalistas… Entonces pensé: estamos juntos, pero no porque decimos la misma palabra o hablamos del mismo tema. Estamos juntos porque estamos en una zona de conflicto. Entonces la literatura divergente es aquella cuyo fundamento es el conflicto. Por eso digo que no es para agradar, no es para vender; no vende. Para nosotros la ética y la estética se confunden.

Entonces empecé a pensar en eso y llegué a esa idea de crear un movimiento. Escribí algo que se llama “Manifestación de la literatura divergente o manifiesto encrucijador de caminos”. Es “manifestación” porque esa es una palabra de la religiosidad. Los orixás se manifiestan en las personas. Y la poesía que se manifiesta en mí no es ni de Apolo ni de Dionisio; es la poesía de Exu, porque Exu en yoruba es esa posibilidad de la contradicción. Para ellos, Grecia y Roma; para nosotros, África. Nosotros no hacemos lirismo, hacemos tamborismo. Y no tenemos ni Dionisio ni Apolo, que son polos contrapuestos; nosotros no tenemos esa contraposición, tenemos la paradoja. Porque Exu es ambas cosas al mismo tiempo. Entonces escribí un texto que habla un poco de las posibilidades de divergir sin perder las diferencias. Yo soy divergente, alguien que escribe desde la condición femenina es divergente, estamos juntos porque estamos contra la hegemonía pero somos diferentes por otras razones. Esa es la literatura divergente.

Ya tuvimos tres encuentros nacionales donde hubo gente que hace poesía en los autobuses, gente que fabrica sus libros con las propias manos, saraos que suceden en los baños, personas que hacen poemas visuales con grafiti en la ciudad, personas que sólo hacen discos y no libros; o sea, todas las posibilidades de divergir, también con relación al soporte físico.

 

Hace unos años, en 2008, los zapatistas crearon un gran festival, el “Festival de la digna rabia”. Y ahora tú publicaste un libro que se llama Gramática de la ira. Qué es la Gramática de la ira?

La Gramática de la ira es al mismo tiempo un complemento de la gramática de la fantasía y un complemento de la gramática del amor. Si la gramática del amor es un lado de la moneda, nosotros somos el otro lado. Leí un libro que se llama Gramática de la fantasía, de Gianni Rodari, que habla de la necesidad de la fantasía en el arte-educación. Después leí otras cosas. Leí libros como Hijo nativo, de Richard Wright, o El hombre invisible de Ralph Ellison. Si la Gramática de la fantasía mostraba la necesidad de la fantasía, El hijo nativo mostraba hasta dónde vamos con nuestras desgracias; del sufrimiento y el dolor también podemos renacer. Entonces me puse a pensar en eso. Y Brasil tiene una tradición… el colonialismo y el racismo en Brasil crearon algunos mitos que vuelven a los negros dóciles, cordiales. Pensamos que podemos resolver la cuestión del racismo de manera burocrática, o con un candidato, alcalde, presidente. Entonces Brasil creó una tradición de pensamiento que coloca a los negros en una posición de inmovilidad. Por eso es casi un pecado hablar de reacción, sobre todo de reacción violenta. Y nosotros hemos combatido esos mitos. Uno de los mayores combatientes de esos mitos es justamente Abdias Nascimento, que va a cumplir 80 años de eso. Entonces nuestra idea es combatir esa dulzura. Por increíble que parezca, queremos combatir una dulzura que nos empuja hacia atrás. Ya no queremos dar la otra mejilla.

Entonces pensé mucho en eso, y empecé a escribir poemas sobre eso. Y justamente los poemas más agresivos fueron cuando viví la experiencia de la paternidad, cuando tuve a mi primera hija, y después la segunda. Entonces creé poemas muy violentos criando una hija. O sea que, al mismo tiempo que tenía la dulzura de tener un bebé en casa, me preocupaba que ese bebé iba a vivir en un mundo racista. Fue casi como si estuviera escribiendo para ella.

Entonces es un libro que llama a los negros a la rebeldía. Y cuando digo rebeldía, lo digo en todos los sentidos posibles. El verbo, el cuerpo, la guerrilla. Creo que necesitamos quemar más llantas en Brasil, necesitamos agredir patrimonios, necesitamos reaccionar más. Y Brasil nunca tuvo esa tradición. Pero al mismo tiempo me dije que la violencia o la ira en sí puede servir para construir o para destruir. Puedo usar la violencia por la vida o la puedo usar contra mí mismo. Tengo un poema que dice: “Guerra negra para tu paz, guerra negra sólo tú la haces”. Entonces hay que luchar una guerra negra para preservarse, para tener paz. Entonces pensé en eso: la ira que me interesa es una ira que construya. Pienso que cuando usamos la rabia, la ira, la rebeldía de manera digna, colectiva, es válida. Por eso quería que mi libro tuviera ese significado. Son poemas que aparentemente promueven el desorden, pero lo que los mueve es un profundo orden. El libro, por lo menos hasta donde pude, está meticulosamente organizado. Es realmente la idea de una gramática, sólo que una gramática de la subversión. Tanto que al final del libro incluí un “manual”. En realidad el manual es una relectura del Manual del guerrillero urbano de Carlos Marighella. Pero en vez de poner “guerrillero” yo ponía “poeta”, “poeta”. El poeta tiene que ser un guerrillero. Entonces al final del libro hay un postfacio que dice justamente eso: que la violencia no puede ser violencia sin fundamento, si no, se vuelve individual, se vuelve venganza.

Esa es la Gramática de la ira, es un libro de poemas que hablan sobre la negritud, sobre los momentos de alienación que viví cuando era joven, sobre nuestro deseo de tener compañeras blancas, sobre cómo es cuando empezamos a leer a los pensadores negros, cuando empezamos a entender mejor, aunque no sea en el sentido de la fe, sino políticamente, nuestras religiones. La Gramática intenta ser algo así como una biografía mía que va de la alienación a la rebeldía.

El libro acaba con el manual de Marighella, pero empieza con lo que llamo el “Prefacio de la ira”. Es un poema largo donde enumero los tipos de torturas que sufrimos. Desde mutilación de senos, mutilación de orejas, sacar ojos, violaciones. Es un poema muy violento. Hay gente que dice: eso es sadomasoquismo. Y yo digo: No, eso es memoria. Y quiero decir que todo lo que yo escriba después de esa violencia será poco comparado con lo que sufrimos. Toda violencia que podamos ejercer será poca después de la señora que mandaba sacarle los ojos a la mucama porque le parecía bonito, o mutilar los senos de una mujer porque a alguien le pareció bonito.

Bueno, voy a declamar un poema llamado “Gramática de la ira”:

había lodo en la calle
y de vez en cuando un cuerpo cadáver encallado en la zanja

el espectáculo que la historia nos ofrece

restos y gestos del sí
alimentos reciclables
muñecas sin piernas carros sin ruedas
arqueólogo de las sobras
la miseria
el no

negrito andrajoso
con las manchas sucias de la vida
sin saber muy bien por qué
en las suturas de las fracturas
crecí

yo en la pila
tú en la mira
no ves lo que hicieron de mí

pluma sangrienta Gramática de la Ira
mi garabato mortal va a joder tu lira