Maximiliano Gordillo Martínez, primer hijo de una familia pobre nació el 21 de agosto de 1977, en la comunidad de Tzinil, Socoltenango, Chiapas. Se dedicaba a trabajar en sacar laja en Ochusjob y también en los jornales de maíz y frijol pero ganaba muy poco. Migró al corte de caña en Veracruz y después decidió ir a Playas del Carmen para ayudar a su familia, quería tener una casa. El 8 de mayo de 2016, durante su viaje a Quintana Roo Agentes de Migración lo desaparecieron forzadamente, en un retén móvil en Chablé, Tabasco.

Su familia expresa coraje por la injusticia que el gobierno ha cometido, exige su presentación con vida y se pregunta: ¿qué hicieron con él?, ¿porqué no lo han entregado?, ¿porqué no aparece en el registro de detenidos en la caseta de migración, ni en la lista de los deportados del consulado de Guatemala?

Las organizaciones acompañantes denuncian omisión por parte de autoridades estatales y federales; negligencia en la búsqueda y falta de información.

Compartimos palabras de la familia de Maximiliano leídas durante conferencia de prensa, el 13 de junio de 2016, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas:

>>Maximiliano es el primer hijo de mis papás. Yo soy la segunda en nacer. Mi mamá nos cuenta que durante el embarazo él era juguetón, pateaba mucho el vientre de su mamá. Su llegada llenó de alegría a la familia. Nuestra mamá tenía mucha esperanza de traerlo a la vida. Nació el día 21 de agosto de 1997. Desde niño fue sano y casi no se enfermaba.

Hizo sus estudios de primaria en la comunidad. La secundaria solamente estuvo 8 meses y se regresó a Tzinil para apoyar a su familia trabajando.
Le gustaba estudiar y convivir con sus amigos y personas de confianza es muy bromista y alegre. Respeta a todas las personas, es un joven con mucho futuro por delante, tiene amigos no enemigos, respeta las ideas de las personas, ama a su familia, se preocupa mucho por su familia.
Otro aspecto importante era que chambeaba para ayudar a su familia. A veces se dedicaba al trabajo de sacar laja en Ochusjob por lo que le pagaban su día, entre 130 a 150 pesos. Cuando había trabajo de corte caña también le entraba, le pagaban más o menos 100 a 130 pesos el día .Recibía su pago semanal y se lo daba a su mamá Tona para las diversas necesidades de la familia, y cuando necesitaba para su gasto personal se lo pedía a su mamá.
En el corte de laja cuando hay trabajo contratan a unas 60 personas y si el dueño tiene poco recurso económico solamente a unas 10 personas.
A veces jornaleaba en la siembra de frijol y de maíz.
Le gustaba salir con sus amigos al monte a divertirse y de vez en cuando a salir a cacería.
A él no le gustaba trabajar cuando era tiempo de fumigar la cosecha porque la mayoría de los patrones usaban líquido para fumigar sus cosechas y eso no le gustaba porque envenena a la madre tierra.
Le gustaba visitar a sus tías o madrinas, y a su abuelita que viven en la misma comunidad. No era un muchacho que saliera muy seguido de su comunidad para pasear. Solo salía cuando había que hacer algún mandado a Socoltenango.
Entre hermanos siempre nos compartíamos de lo que teníamos o comprábamos.
A finales de abril como 150 personas entre jóvenes y adultos de la comunidad salieron, en tres autobuses, a trabajar al estado de Veracruz para el corte de caña y otros 10 a playa del Carmen para buscar otro tipo de trabajo. Esto debido a que la zafra en esta región terminó antes de lo acostumbrado cada año.
Al ver esta situación también Maximiliano tuvo la ilusión de salir a trabajar para apoyar a su familia y pagar una su casita pensando en su futuro.
Por eso platicó con nuestros papás y conmigo para decirnos su inquietud de salir a trabajar por 6 meses a Playas del Carmen. Mis papás le hicieron ver que no fuera. Teníamos preocupación que se fuera a ese lugar porque era la primera vez que salía a chambear fuera del Estado de Chiapas y ahí iban menos personas de la comunidad, pensábamos que era mejor que fuera a Veracruz. Pero él insistió en irse a trabajar allá por lo cual le dijimos que sí lo apoyábamos.
Así que el día sábado 7 de mayo de 2016 a las 6 de la mañana, hora de Dios, salió de la casa con rumbo a Comitán para ahí tomar el camión que lo llevaría a Playas del Carmen. Se fue en compañía de un amigo de la comunidad.
Al otro día, domingo 8 de mayo, su compañero de viaje avisó por teléfono a la caseta de la comunidad que a Maxiliano lo había detenido la migración, en la caseta migratoria de Chablé, Tabasco.
Como familia nos sentimos preocupados y nos pusimos muy tristes ante esta noticia. Pero confiamos en que la migración lo soltaría por ser mexicano y decidimos esperar 3 ó 4 días para ver si regresaba. Sin embargo el día 12 de mayo mi papá tuvo una reunión de la diócesis en la ciudad de San Cristóbal, donde dio a conocer a los hermanos y hermanas la situación que vivía, por lo que le aconsejaron que ya era tiempo de levantar una denuncia porque ya había pasado mucho tiempo de su desaparición. Lo cual se hizo al día siguiente.
Durante este mes, desde que desapareció Maximiliano, mi papá ha sentido mucha preocupación y muy deprimido, a veces piensa positivo y a veces negativo, pensando si lo va a volver a mirar o ya no lo voy a volver a mirar a su hijo, le dan ganas de llorar y a veces ha llorado solo, o en presencia de la familia o con los amigos. Piensa mucho en lo que estará pasando su hijo.
Mi mamá Tona llora mucho porque a veces piensa que ya no lo va a volver a ver su hijo. A veces piensa que algo malo le está pasando, a veces pone su fe en Dios que sí lo va a volver a ver.
Yo como su hermana también siento mucho dolor, me pongo triste porque no lo miro, también he llorado por él.
Hay mucho coraje en toda la familia por esta injusticia que el gobierno ha cometido. Ya no confiamos en los malos gobiernos. Nos ponemos a pensar ¿qué hicieron con él?, ¿porqué no lo han entregado?, ¿porqué no aparece en el registro de detenidos en la caseta de migración, ni en la lista de los deportados del consulado de Guatemala?
Queremos que sepan que este joven forma parte de la Diócesis de San Cristóbal y de la organización Luz y Fuerza del Pueblo y como familia no estamos solos.
Hemos sentido el apoyo solidario de los hermanos y hermanas de varias parroquias de la Diócesis de San Cristóbal, especialmente de la parroquia de Socoltenango a la que pertenecemos; de las asociaciones Voces Mesomericanas, Frayba y la 72 de Tenosique, Tabasco; así también como de los miembros de la organización Luz y Fuerza del Pueblo. Por lo cual les agradecemos este gran apoyo y esperamos nos sigan apoyando.
También los jóvenes de la parroquia de comunidad han dado su palabra, quieren expresar que la situación que ha vivido Maximiliano nos da mucha tristeza y desconfianza ante los servidores públicos de nuestro país. Nos duele que nos atemoricen como jóvenes porque nos ven más vulnerables, nos enoja que nos revisen en todos los retenes en las carreteras, y cuando vemos a la policía ya no tenemos confianza, porque más bien creemos que nos van a hacer daño. Hoy decimos ¡Ya Basta! de las injusticias que nos hace el gobierno, y nos retan como jóvenes a buscar nuevos caminos ante esta situación.
Como familia unida, exigimos al gobierno que busque a Maximiliano, lo encuentre y lo regrese a casa.
Esta es nuestra palabra que queremos decir. Gracias por escuchar.