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Del 12 al 20 de Noviembre de 2015, la iniciativa Tejiendo Voces por la Casa Común llevó a cabo su presentación pública con un Coloquio Intercultural celebrado en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, la Universidad Iberoamericana (en sus planteles de Puebla y la Ciudad de México), la Universidad de la Tierra en Oaxaca y el ITESO de Guadalajara.  A continuación, cuatro charlas breves con algunxs participantes de este Coloquio:

(Descarga aquí)   Valiana Aguilar responde en el inicio del Coloquio Tejiendo Voces por la Casa Común qué significa para ella y su comunidad Tejer por la Vida y por la Madre Tierra, “siempre por medio de la palabra, la escucha y el hacer”. Cuernavaca, Morelos, 12 de Noviembre 2015 (3 ”27 min.)

(Descarga aquí)   Manuel Rozental aborda las pistas del irrespeto, la comunicación, el contacto y  la soledad, fuerzas vitales en las resistencias para realmente Tejer una Casa Común. Cuernavaca, Morelos, 12 Noviembre 2015 (7 ”10 min.)

(Descarga aquí)   Raúl Zibechi explora los niveles de soledad y vinculación entre las resistencias y ahonda sobre las nuevas formas de ser revolucionarix en América Latina. Ciudad de México, 18 de noviembre 2015 (2 ”07 min.)

(Descarga aquí)   En la recta final del Coloquio, Raquel Gutiérrez reflexiona sobre una pista central: la diferencia entre consensar e hilar… Ciudad de México, 19 de noviembre 2015 (1 ”44 min.)

Valiana Aguilar
RZ: Pudieras compartirnos un poquito más esta idea con la que cierras: que ustedes están convencidos de que es el momento de tejer por la casa y por la vida. ¿Qué representa toda esta metáfora de tejer por la casa y por la vida para ustedes?
V.A: Nosotros como indígenas mayas tenemos esta idea siempre del tejernos en las comunidades, del tejernos siempre entre nosotros, entre nosotras, y siempre es por medio de la palabra y escuchándonos. Y como indígenas tenemos muy presentes esta parte del escuchar y del hacer algo con esto que vamos dialogando, de plasmarlo en la acción. La idea era un poco reflexionar sobre cómo ha sido mi vivencia con esta parte del tejido, sobre todo con la parte de mi abuela que es una tejedora, imaginando cómo podría ser una conversación con ella sobre qué era esto del diálogo intercultural. Y así surgió esta idea del tejido.
RZ: Valiana, si es difícil tejer entre dos personas un diálogo, ¿crees que se puede tejer por la Casa Común, por la Madre Tierra?
V.A.: En realidad sí ha sido muy difícil tejernos. Durante los últimos 500 años ha sido una lucha por tratar siempre de luchar y de estar bien. Creo que las comunidades tienen mucho que aportarnos y mucho que enseñarnos en esto del tejido ya que han resistido 500 años esta homogenización de lo que es ser un mexicano o una mexicana. Pensamos que tal vez no sea posible cambiar todo el mundo y todas las maneras de pensar, pero si empezamos a aceptarnos y respetarnos en nuestra diversidad, y aprendiendo de nuestra propia diversidad a convivir y a estar en armonía con la Madre Tierra, con la Pacha Mamá, pues es en el momento que empezamos a tejer por esta casa común.
R.Z:Para terminar, pareciera que entre varios, entre varias, hay una sensación de urgencia que está en esta frase de “La casa se derrumba” ¿Crees que estamos a tiempo para defender, para sobrevivir como especie humana? Y si es así, ¿hay claves para que este tejido sea fuerte?
V.A:Los zapatistas nos lo advirtieron en mayo, que la tormenta se avecinaba y esta vez venía con mucha fuerza. Yo creo que sí estamos en un momento de urgencia, en un momento en el cual nuestra Madre Tierra se está destruyendo, la estamos destruyendo. Y creo que sí es posible tejernos entre todos y todas, y siempre con esta esperanza de que un mundo nuevo pueda ser posible; y tal vez pueda ser posible si lo empezamos desde hoy en nuestras relaciones, en la manera en cómo nos dirigimos entre compañeros y compañeras, en la forma en que nos ponemos de acuerdo para lograr acciones concretas. Pensamos que esta parte sí es muy importante para nosotros y nosotras: el de tejernos para ponernos de acuerdo en acciones concretas.

Manuel Rozental
R.Z.:Solamente dos preguntas o ideas por si las quieres ampliar un poquito. A pesar de se intentará tejer voces por la diversidad, tú fuiste muy claro hoy en que para poder tener respeto primero se necesita el irrespeto. ¿El irrespeto con quienes no nos respetan?, ¿o cómo es para ti esta cuestión vital de ser siempre irrespetuosos?
M.R.:Un ejemplo clarito: cuando pueblos por ejemplo campesinos sometidos a la servidumbre, que han sido todas nuestras tierras, temblaban delante del señor, del patrón, y siquiera mencionar la posibilidad de no trabajar pa’ el patrón los ponía a llorar o a sudar, y les hacían toda clase de cosas precisamente para someterlos e a ese poder intocable … tuvieron que aprender a irrespetar ese poder para deshacerse de él…y hoy resulta absurdo, aunque está volviendo, que hubieran respetado esas formas sociales. La estructura del capital como sistema se basa en eso: en introyectarnos un respeto hacia a lo que nos despoja. Y es absurdo: trabajar para que nos maltraten, dejarnos despojar y respetar eso, y sentir que es un irrespeto no hacerlo. Entonces, frente a tu pregunta, por ejemplo yo digo esto: si nos convocan a tejer la casa común, ¿quién nos convoca?, ¿para qué nos convocan? ¿Qué intenciones tienen?, ¿quién financia esto? ¿por qué ponen a unos a hablar primero que otros? ¿por qué está lleno de académicos y no tiene pueblo? Y eso sería un irrespeto con el espacio. Si realmente quieren tejer una casa común, ese irrespeto es indispensable, o sea que es antes. Hay que irrespetar los espacios para poder construir el respeto entre nosotros. Es más: si uno respeta los espacios está irrespetando a la gente.
R.Z.:Y la otra pregunta tiene que ver con algo que también te escuché en San Cristóbal y tiene que ver con la noción de soledad. Aunque la gente diga que no están solos, ¿si estamos a lo mejor solos los que queremos irrespetar y construir? Esa vez en San Cris ponías el ejemplo de que un partido del Barcelona en el zócalo de la ciudad de México convocaba más gente, y hoy mencionaste el ejemplo de Ayotzinapa, que aunque hemos marchado con el corazón diciendo “no están solos” a lo mejor sí están solos. Y también has dicho que para ti uno solamente está solo cuando se pierde a sí mismo. Intentando puentear todas estas ideas, ¿cómo es esta cuestión de la soledad entre quienes quieren defender la casa común? ¿En verdad se puede estar juntos, juntas? ¿Cómo es esta cuestión?
M.R.:Las dos… en realidad las soledades son la misma o están todas entrelazadas. Hay una soledad que es necesaria, que es útil. Si uno no se siente solo y no se sabe solo en este contexto seguramente lo cooptaron, lo atraparon, porque ya le gusta esa compañía ficticia que nos fabrican entreteniéndonos, no pensando, no reconociendo, no siendo críticos. … entonces nos encontramos para usarnos mutuamente, nos encontramos como cosas, como mercancías, y hacemos… tenemos una relación mercantil, abstracta entre nosotros. Transacciones comerciales. Nosotros, eso lo decía Marx bien clarito, nosotros nos relacionamos como cosas y hacemos que las cosas se relacionen entre sí como personas. Entonces sentirse uno solo en esos contextos es sentir eso que nos falta: el contacto, el abrazo, el afecto, el desafío. Mirarnos a los ojos a alguien y decirnos <<no te acepto en la imagen que han construido de ti, no me acepto como me ha construido el sistema>>, soy en principio mercancía; y tan pronto me cuestiono de esa manera me siento solo, sola, porque me hago falta y me empiezo a buscar. En ese sentido entonces esas dos soledades. Una soledad es que hay gente que le tiene mucho miedo a que si no se comporta según un patrón social, si no se une al partido de izquierda, si no se aprende la ideología o todo lo demás, entonces se queda sola. En realidad se queda sola cuando se abandona, cuando no tiene su propio pensamiento, su idea, su sentir y lo sacrifica para que lo acepten en un grupo… Eso es un imperativo del capital y lo que resulta es que no somos nadie: un nombre y una mercancía, un vacío, una relación social que nos despoja. Esa es una soledad, pero la otra soledad que era a la que me refería en San Cris es: convoca mucha más gente un partido de futbol que los 43 desaparecidos de Ayotzi y los convoca constantemente. Y es que en realidad… a nosotros nos dieron dos libertades cuando se estableció el capital. Una libertad es que nos liberaron de la tierra, los medios de producción para reproducir nuestras vidas. Y la otra libertad que nos dieron fue la libertad de vendernos a quién nos compre y lo que compra es nuestro trabajo y nuestro tiempo. Esas dos libertades nos aíslan unas de otros. “Yo no tengo tiempo”, mira la frase tan absurda, si lo único que tenemos es tiempo. Si yo no tengo tiempo es que mi tiempo es ajeno, lo compró el sistema, lo compró el capital. Estoy valorizando el valor del capital. Al no tener tiempo no estoy. ¿Entonces qué pasa? La gente de Ayotzinapa, los de Buenaventura, los indígenas, esa es otra gente… que está en otro canal, de otro tiempo, regulado pro el capital y yo estoy en éste. Esa soledad no se ha roto. Si se hubiera roto no estarían solos. Entonces nosotros gritamos “no están solos” como un deseo, pero no hacemos el trabajo que hay que tener para entender por qué ellas y ellos son normalistas en Ayotzinapa y nosotras y nosotros estudiantes o medios libres o cualquier otra cosa. ¿Por qué? ¿Esa distancia la inventamos nosotros o es parte de la estructura que hay que romper? Esa soledad no se rompe gritando “no están solos”.
R.Z.:Manuel, creo que eso sería todo, porque concluías que algo para ser tejido tiene que venir desde abajo y tiene que ser nombrado así por la gente…
M.R:Sí: una preocupación que tuvimos no sólo yo (si no) todo el grupo de Pueblos en Camino, la Catherine y demás, cuando vimos el nombre de un evento, “Tejiendo Voces”, y que alguien habla de un tejido, es que… lo que yo aprendí del pueblo Nasa en Colombia, de los pueblos indígenas, Caty (Catherine Walsh) de los afros, de distintos lugares, es que el tejido es algo que surge de la gente… cuando ya existe el tejido se puede llamar tejido. Cuando una madre, una abuela, tejen ropa, hacen una mochila, lo que sea, el tejido es lo que surge del trabajo de sus manos; pero ponerle a algo el nombre de tejido es irrespetar que ese es el resultado de un amor, un proceso, un trabajo. No le pongan tejido a nada anticipadamente porque es un irrespeto.

Raúl Zibechi
R.Z:En las participaciones que has tenido acá (ciudad de México) y en Cuernavaca has nombrado una sensación de soledad que está en los esfuerzos autonómicos y en las arcas autonómicas, pero mencionas también que no hay que tener miedo a esa soledad y que esa soledad va ligada a la confianza. ¿Pudieras ahondar un poco sobre eso y ligarlo quizás a esta ultima participación tuya sobre el nuevo concepto de revolución y del ser revolucionario?
R.Zibechi:Yo creo que cada iniciativa, cada lucha, cada resistencia se teje con otras y se vincula con otras pero en algún lugar tienen un nivel de soledad. Están solas ante sí mismas. Pero tenemos que tener la confianza de que esas soledades se vinculan con otras soledades y con otras llamitas que están allí resistiendo y en algún momento que no sabemos cuando será eso va provocar un incendio mayor. Esa es una cosa importante. Sobre el tema de la revolución, yo creo que hoy el revolucionario tiene que formarse y forjarse en la defensa, en las artes de la defensa, que muchas veces son artes marciales, y además debe forjarse en la creación de mundos nuevos. Por eso yo ayer hablaba del puño y de que la misma mano que cierra el puño para golpear puede acariciar, puede crear algo. Me parece que en esa doble dinámica tenemos que estar e irnos educando los revolucionarios. Y eso era un poco a lo que yo apostaba.
R.Z.:Has caminado mucho y has visto a estxs nuevxs revolucionarixs en América Latina. ¿Hay confianza en que éstxs y las arcas autonómicas sobrevivirán al colapso?
R.Zibechi: No sabemos. Hay que aceptar que la muerte es una posibilidad, pero como especie. Como ser humano individual evidentemente la muerte es una certeza. Y hay que asumirla y mirarla de frente; pero creo que hay una decisión colectiva de muchísima gente en el mundo de trabajar para la sobrevivencia, para la reproducción de la vida, para el sostenimiento de la vida. Ese es el convencimiento que hay.

Raquel Gutiérrez
R.Z:Raquel, ¿podrías ahondar un poco más en la diferencia entre consensar e hilar?
R.G:Yo siento que consensar tiene que ver con encontrar un mínimo común. Entonces consensar es eso: encontrar u mínimo común a partir del cual podemos seguir construyendo. O al menos eso se decía en las asambleas cuando yo era joven y participaba en ellas, en las asambleas liberales, como las venimos ahora distinguiendo. Y era justamente eso: tratar de tener un mínimo común, esto ya es lo del consenso y ahora seguimos avanzando. Hilar yo creo que es otra cosa. Hilar a mi me da la impresión que es la habilidad que surge sobre todo en… pues muy de la mano de las experiencias sobre todo indígenas en nuestro continente pero también de las luchas de las mujeres, de gestionar las diferencia. Es decir no nos preocupamos tanto de si ya tenemos un mínimo común o si no tenemos casi ningún mínimo común, pero es el hecho de saberte y vivirte como que nos necesitamos. Hay sale otra pregunta: ¿dónde está la raya?, ¿y dónde la dibujas?, ¿y dónde pones la frontera? Pero hilar finalmente es eso: es cómo vas gestionando diferencias y distancias para acercarlas puntualmente y que después vuelvan a soltarse los puntos, ¿sí? Pero entonces ya sabes que eso puede volver a regresar, y entonces vas conociendo como en varios registros a la gente, no sólo en lo que cree o en lo que dice, sino en cómo trabaja, en cómo sabe o no sabe disociar o asociar, en otras claves pues…

Los audios y videos de todo el Coloquio pueden consultarse en la página www.tejiendovoces.org.mx. En esta dirección, la iniciativa declara que la intención es reorganizar la sociedad desde abajo y tejer un mundo en dónde quepan muchos mundos:

>>Somos un pequeño grupo de personas, colectivos, organizaciones y movimientos. A fines de 2014 nos pusimos a caminar, para resistir juntos el horror que ha caído sobre nosotros y para contribuir a construir un mundo en que quepan muchos mundos, según la propuesta zapatista.

En el caminar nos hemos dado cuenta que esto significa reorganizar la sociedad desde abajo y fundar nuevas instituciones que celebren la diversidad, en vez de tratar de suprimirla.

Para articularnos y dar a conocer la iniciativa, decidimos organizar un conversatorio internacional para noviembre de 2015. Para esa actividad recibimos el apoyo explícito y comprometido de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, la Universidad de la Tierra en Oaxaca y la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México, a las que se sumaron otras instituciones de educación superior en el curso de los meses.

No somos una organización no gubernamental ni de base. No aspiramos a constituirnos en vanguardia o núcleo dirigente. Nos vemos y nos sentimos como los hilos de un tejido que se va formando en nuestro caminar. Algunas y algunos de nosotros pensamos que podríamos llegar a adoptar el principio organizativo del Congreso Nacional Indígena: “Somos asamblea cuando estamos juntos, somos red cuando estamos separados”. Pero no ha llegado aún el momento de organizar la asamblea. Pensamos que se irán formando asambleas locales, de compañeros y compañeras que caminan juntos en la vida cotidiana, y luego surgirán asambleas regionales y más adelante estaremos en condiciones de organizar una asamblea nacional. Por lo pronto, iremos caminando con los tejidos que se van formando en el camino.

No hay un proceso de afiliación o convocatoria para esta iniciativa. Cualquiera de nosotros o nosotras invita a otros y otras a participar. Hemos creado un sitio en internet y tenemos una dirección electrónica para facilitar contactos e intercambios. Una vez que terminen los conversatorios y diálogos de noviembre, usaremos el sitio para concertarnos y dar a conocer lo que estamos haciendo.