Ayotzinapa: dignidad y resistencia ante la barbarie

Mensaje Radial emitido el 5 de Octubre en Chilpancingo, Guerrero: (Descarga aquí)  

Una vez más,  los cuerpos policiacos  actúan en contra de sectores organizados del estado de Guerrero, de nuevo la inconformidad de distintos actores en lucha por la conquista de sus demandas sentidas, son reprimidos. Se repiten escenas dolorosas, como la matanza de Aguas Blancas y el Charco en Ayutla de los libres. Se repite la arte agresión y muerte extrajudicial contra estudiantes pobres, hijos de campesinos e indígenas, que aspiran a la educación.  Jóvenes  normalistas que desean aprender para ser docentes y  así compartir sus conocimientos y experiencias de lucha, con sus comunidades.

La memoria reciente

El 12 de diciembre del 2011, ante la cerrazón de las autoridades  para conceder una audiencia con el gobernador, los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa en el estado de Guerrero, decidieron emprender un bloqueo en la autopista de Chilpancingo a Acapulco; la respuesta fue la represión ordenada por el gobernador del estado, Ángel Aguirre Rivero, quién ordenó a la policía estatal y federal el desalojo a sangre y fuego de la vía federal de comunicación resultando dos muertos por parte de los normalistas: Gabriel Echeverría de Jesús, de 20 años, y Jorge Alexis Herrera, de 21, varios heridos, otros más desaparecidos y al menos 50 detenidos. Ángel Aguirre decidió no conceder  las demandas tan simples como otorgar 30 plazas para los estudiantes de nuevo ingreso, proporcionar mantenimiento a las instalaciones que llevaban más de 8 años sin recibirlo y otorgar $ 35 pesos para los alimentos de cada estudiante que se encuentra en el internado de la normal de Ayotzinapa. A pesar de las evidencias, la impunidad de los autores intelectuales y materiales es evidente. La ilegalidad que vociferan y exigen cumplir, se prostituye a las conveniencias  de los partidos políticos y por los acuerdos de los gobernantes en los distintos niveles de gobierno.

La exclusión por ser pobres, ser dignos y ser rebeldes.

No es casualidad ni un hecho aislado. La masacre  y desaparición de estudiantes  el pasado 26 de septiembre fue premeditado. Organizado desde las esferas del poder y ejecutado por los cuerpos policiacos cooptados por la delincuencia organizada. Responden a sus patrones: elites económicas y políticas que ven como afrenta la lucha de los estudiantes normalistas. Todos estudiantes, indígenas. Hijos de campesinos, de los pobres entre los pobres de condición y marginados por discriminación. Sus derechos elementales como la educación y la salud, no son garantizados; a pesar de esto, al organizarse y exigir sus derechos, son descalificados. Y ahora nuevamente atacados, asesinados y detenidos-desaparecidos. No son estudiantes del  Politécnico. A ellos, no los atienden; nadie sale al templete a dialogar. Pero son jóvenes que buscan un mejor futuro para ellos y para sus comunidades. La conciencia de clase vívida y compartida en su escuela, en sus espacios de desarrollo cultural, deportivo  y de participación social y política, los hace blanco de distinción. Los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa son segregados de las oportunidades y desarrollo social.

La realidad educativa en  el estado.

Según el informe XX del Centro de Derechos  Humanos de la Montaña Tlachinollan, Guerrero es una de las entidades con mayor rezago educativo en el país. Por su parte, según el Consejo Nacional de Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (CONEVAL), el 57.98% de las y los guerrerense mayores de 15 años se encuentran  en rezago: 20% no sabe leer y escribir; 38% no ha concluido la educación básica.  “Las cifras del rezago educativo evidencian que el acceso a la educación es menor respecto de las personas indígenas. La tasa de analfabetismo de la población indígena guerrerense es de 41%, mientras que la de la población mestiza alcanza el 13%. De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), así como el Programa de las Naciones  Unidas para el Desarrollo (PNUD), la tasa de analfabetismo funcional en la Montaña de Guerrero es alarmante. Se calcula que el 45% de la población indígena de la región no pasa en absoluto por las aulas,  en tanto que otro 21% ingresa a la educación básica pero no la concluye. Estas cifras, tratándose de las  mujeres, aumentan a proporciones aún mayores.

Su lucha es la lucha de Todxs.

La Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, es un ejemplo del compromiso con la educación de los más pobres de su entidad. Han desarrollado estrategias de sobrevivencia como Institución y generado espacios educativos rescatando las tradiciones y lenguas indígenas. Son jóvenes con la esperanza en los brazos y el corazón. No solamente piensan en sus metas personales, procuran el progreso de sus comunidades y sus culturas. Viven el México pluricultural. Sus demandas son también las necesidades de otras instituciones educativas. Luchan por una educación cercana al pueblo, no elitista ni comercial; defienden la educación pública. Su lucha es la esperanza de otras luchas, se asemeja a las de diversas manifestaciones de inconformidad que se oponen a la cultura empresarial hecha gobierno, en beneficio de unos cuantos y que violenta el espíritu de las luchas históricas de nuestro pueblo por libertad, justicia e igualdad. Manifestarnos contra los delitos de lesa humanidad cometidos contra de ellos, es luchar contra la impunidad. Exigir el castigo a los autores materiales e intelectuales del ataque es sembrar  certezas en la justicia. Aprender y compartir de su lucha, es construir en nuestros espacios el mundo distinto y posible que anhelamos.