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Otra vez, un joven negro que no llevaba armas ha sido asesinado por un policía.

Y si por el momento no están claros los hechos sobre cómo sucedieron los disparos, lo que está claro es que un policía disparó 8 tiros contra Michael Brown, de 18 años de edad.

Según por lo menos un testigo, Brown fue balaceado mientras estaba de pie, con sus manos en alto.

Para quien conozca algo de la historia de los Estados Unidos, este asesinato no es raro.

Es el resultado del trabajo sistemático de la policía a lo largo y ancho del país norteamericano: reprimir, rastrear y convertir en blanco a la población negra.

Este ha sido el caso por generaciones.

Van a salir voces cargadas de excusas pidiendo calma, mientras la rabia crece en el corazón de los negros como reacción al indignante trato. Jamás aquellos que piden calma se vuelven voces que piden una verdadera justicia, porque la justicia es igualdad; y ¿quién se va a atrever a pedir que los policías sean tratados como tratan al pueblo que oprimen?

Porque esas voces no tienen influencia sobre las fuerzas represivas, y de hecho, ninguna posición política en los Estados Unidos la tiene.  Han sido compradas, pagadas; o ambas.

Escuchen las voces de los políticos “negros”.

De hecho, escuchen las voces de los políticos blancos.

Escuchen el furioso silencio.

Se necesitan en los suburbios de San Luis, Missouri –y en cada una de las comunidades de negros de los Estados Unidos– colectivos revolucionarios negros independientes e inflexibles, determinados a proteger la vida y el bienestar del pueblo negro.  Punto.

Las estructuras políticas existentes -calladas ante estos abusos– nos han fallado, y no se puede hacer nada para que sirvan a nuestros intereses.

Es tiempo que aprendamos de ésto, y construyamos para nuestras necesidades futuras.

Desde una nación de prisiones, este es Mumia Abu-Jamal. Estos comentarios fueron grabados por Noelle Harnahan de Radio Prisión.